Cómo
se atreve a tanto un pie que, si no miente, pesa,
sube
y baja, sube y baja, no cesa de saltar, subir y bajar.
Hueles
a corazón de trigo y era. Suenas a nido, suenas a sonido.
Sabes…
no sé a que sabes y he sabido que nunca he de saber lo que quisiera.
Miras
como los ojos del relente, fríamente, febril y distraída,
Entre
flores y frutas la mirada.
Hablas
como el silencio de una fuente, calladamente,
y
andas por la vida temerosa de flechas y de nada.
Yo
te libé la flor de tus mejillas y desde aquella gloria yo te añoro.
Toda
la creación busca pareja, se persiguen los picos y los huesos.
Un
millón de estrellas relampagueaban por los desiertos azules del cielo.
Cayeron
las estrellas del cielo y yo, que soy polvo de estrella, qué presumo.
A
voz en grito se escucha el silencio de los páramos, resonando en la bóveda
celeste, tal es su soledad, tal su aterradora grandeza.
Quirón
No hay comentarios:
Publicar un comentario