miércoles, 6 de febrero de 2013

Noche de insomnio


     

Otra noche más me acecha el insomnio, bien sabe Dios que no se como evitarlo ya que me duele mí sentir.

En la soledad de la noche el silencio es total,  solo lo rompe mis dedos sobre el teclado del ordenador y aun así me cuesta salir de él, es por ello que necesito sentir que hay más vida que la mía. Siento el latido de mi corazón algo acelerado por las inquietudes que me acechan “es tal el silencio” que me duele.

Pasan lentos los minutos y estos se van convirtiendo en horas; con el avance de las horas va llegando la clara aurora y con ella, parecen  mitigarse los fantasmas que me acechaban en el silencio y la soledad de la noche.

Por el momento no deseo continuar desnudando mi alma, espero que con la luz brillará algo más mi entorno y esa luz comienza a despuntar con el nuevo día, que dará lugar a la rutina de siempre.

Otra noche se acerca, ¿que me deparara? El día transcurrió tedioso, sin sobresaltos ni sorpresas.

Es el comienzo del invierno y los árboles aun conservan en sus copas bellas tonalidades, aunque pronto irán desapareciendo, privando a nuestros  ojos de tan natural y espléndido espectáculo.

Me voy a dormir deseosa de un sueño largo y reparador, y para ello me mentalizo  con la esperanza de esta noche poder conseguirlo. Siento como se relaja mi cuerpo y me abandono, no puedo recordar cuanto tiempo hacía que no me sentía así.

Música, cómo me gusta la música, ella influye de manera especial en el ánimo y  dependiendo del momento y según que melodía, me gusta escucharla en solitario, o en buena compañía.

Una balada inunda la estancia y un grupo de personas muy animadas comienzan a bailar, añoro tiempos lejanos, aunque no me dura mucho ese sentimiento ya que, en ese momento alguien se me acerca invitándome a unirme a ellos, no lo dudo ni un instante y me uno al grupo, hacia tanto tiempo que no bailaba que acepté con agrado. Debo añadir que viví momentos deliciosos mientras mis pies, incansables, se deslizaban al compás de los acordes. El sonido de la lluvia repiqueteando en el cristal  de la ventana, me devuelve a la realidad.

                                   Voleta                            

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