sábado, 2 de diciembre de 2017

Paseando con mi perro





       Abro la puerta de la calle y mi perro, Conciencia, sale disparado para encontrar un buen sitio donde marcar territorio y depositar sus residuos.

       Se pasa todo el día encerrado en casa, recorriendo todos mis rincones, buscando algo a lo que gruñir. Lo que no le gusta lo araña, lo muerde y ladra con fiereza. Aunque es un perro a veces áspero y antisocial, me he acostumbrado a convivir con él.

       Me recuerda que debo cambiar mi forma de ver la vida. Muchas veces me puede la pereza y la desgana cuando podría estar haciendo cosas productivas, no pensando sólo en mi propia satisfacción, si no en una existencia compartida con mi familia, mis amigos y gente que me rodea habitualmente. A veces me muerde el bajo de los pantalones cuando tomo el camino equivocado. Otras me restriega su lomo por la pierna cuando hago algo que le satisface.

       Cuando paseo con él por el parque, veo gente, niños, adolescentes, adultos y mayores y analizo sus comportamientos. Muchos pasean sus mascotas, que van soltando sus defectos por aquí y por allá. Algunos se avergüenzan de dejarlas para que las vea todo el mundo y las recogen para esconderlas en un depósito que las oculta. La mayoría, les da lo mismo lo que piensen los demás. Conciencia siempre espera a que yo recoja las suyas y me ladra impaciente hasta que desaparecen.

       Abuelos cariñosos con sus nietos y con gestos cansados, pululan por todo el recinto. Grupos de jóvenes con la risa a flor de piel y una visión optimista de la vida, comparten juegos y bromas y compiten para ver quien está más en forma. Algunos ya tienen mascota y se responsabilizan de ella, otros aún no han adquirido dicho compromiso. Muchas veces coinciden en los recintos dedicados a las mascotas una variedad de amos que comparten ideas, gustos y cuidado de las mismas.

       Las luces de la tarde se van apagando. Mi perro ha jugado, ladrado y discutido con unos cuantos de su especie y busca ya, como yo, el sosiego del hogar y las benditas rutinas del ser humano.

       He llegado a la conclusión que es bueno sacar a pasear al perro varias veces al día, para remover nuestros pensamientos y nuestro cuerpo. Te ayuda a pensar y a tratar y entender al resto de nuestra sociedad, conociendo sus penas y alegrías, sus anhelos y sus fobias.

       Aconsejo a más de uno que encuentre su mascota, que le ayudará a pensar más en los demás.


Rabo de lagartija

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