Las
calles se iluminan con luces de colores. Los escaparates se visten de gala para
la fiesta que se avecina. Los centros comerciales se afanan por mejorar cada
año sus propuestas para atraer a
pequeños y mayores.
Como
cada año, al llegar estas fechas, los hogares se preparan para la llegada de la Navidad. Se montan los
belenes con las figuras guardadas cuidadosamente año tras años. Según se va
montando el belén, los mayores de la casa narran la historia de cada personaje a
los más pequeños que escuchan muy atentos.
También
hay quienes prefieren el árbol navideño y adorna sus ramas con múltiples bolas
y cintas de colores acompañas de intermitentes lucecillas.
Cuando
llega Navidad no puedo dejar de pensar en otras navidades de recuerdo
imborrable a pesar de los muchos años transcurridos. Cierro los ojos y mi mente
me trae la imagen de mi abuela. La veo fabricándose la zambomba con la piel de
conejo que había dejado secar en el verano, y cómo, una vez terminado el trabajo, comprobaba que
este diera el resultado que ella esperaba y que serviría para acompañar con su
ronco sonido a los villancicos que le habían enseñado sus mayores.
El día
de Nochebuena nos reunía a toda la familia, sacaba la zambomba y comenzaba
a arrancar de ella su sonido ronco que
se mezclaba con los cánticos de toda la familia. Todo esto sucedía alrededor
de la chimenea donde ardía la leña, acompañando con su calor al espíritu
navideño que allí se vivía.
El tiempo seguirá su imparable curso, pero
estos recuerdos vivirán en mí y el ronco
sonido de la zambomba seguirá hablándome de ella.
Feliz
Navidad para todos.
I R I S
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