Querido futuro
hijo. Tu madre y yo llevamos un tiempo madurando la idea de crearte a la vida.
Superadas nuestras expectativas de pasión, ilusión y estabilidad económica y
emocional, creemos llegado el momento óptimo para nuestro proyecto de
paternidad. Quiero que sepas que serás un hijo deseado, fruto del amor de tus
padres y de su responsabilidad para engendrarte, cuidarte, educarte y enseñarte
a ser una persona independiente, autosuficiente para vivir por ti mismo.
También crearemos en ti el sentimiento de familia en el que crecerás y que te
acompañará toda la vida.
Sabemos a qué
tenemos que renunciar para poder dedicarte todos nuestros desvelos y atenciones,
pero no tenemos un manual que nos marque las pautas que tenemos que observar
contigo en cada cuestión, incógnita o duda que nos surja en tu crianza. Se
teoriza mucho estos aspectos, se nos informa que hay comportamientos de libro
comunes a todos los niños. Pero tú no serás uno más de esos que pone el libro.
Tú serás único y nosotros, tus padres, iremos aprendiendo contigo lo que te
conviene en cada momento.
Te buscaremos
un nombre para poder llamarte y distinguirte de los demás. Tampoco te va a
condicionar este nombre tu vida. Muchas veces te llamaremos por el que más
simboliza la relación que existe entre
tú y tus padres. Te llamaremos “hijo”, con todo el orgullo y emoción que eso
conlleva.
Te
transmitiremos nuestros genes, que formarán tu Adn y te educaremos en los usos
y costumbres que hemos heredado de nuestros ascendientes, modificados por los
cambios sociales actuales. Todo ello irá modelando tu personalidad y tu forma
de vivir. Esperamos que cuando tengas capacidad de decisión todo esto te ayude,
aunque tienes que ser tú el que elija qué quieres hacer con tu vida cuando te
emancipes de nosotros.
Te veremos
absorber conocimientos, nos formularás mil preguntas, crecerás rodeado de otros
niños, con los que jugarás, te enfadarás y descubrirás tus sentimientos
juveniles. Tu adolescencia nos evocará nuestra propia experiencia. Elegirás a
tu pareja y formarás un nuevo nido.
Cuando nos
hagamos mayores contemplaremos con nuestra vista, ya cansada, cómo aquel
proyecto que hicimos con amor, se ha desarrollado y echado raíces en otros
terrenos y personas que conformarán tu familia.
Tengo que
dejar de escribirte, querido futuro hijo, porque tu futura madre me está
llamando para que pongamos cuanto antes en marcha este proyecto.
Tu padre, que
ya está aprendiendo a quererte.
Rabo de lagartija
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