En mi último viaje en metro, bajé las escaleras hacia
el interior de la estación y una vez allí tomé la línea correspondiente al
lugar donde me dirigía. Una vez en el andén esperé la llegada del tren. No
tardó en llegar el convoy y cuando se
detuvo, entre en su interior y me situé cerca de la ventanilla desde donde
podía observar el recorrido por el interior del túnel.
Comenzó
el trayecto, la oscuridad y el silencio era roto por el paso de la máquina.
Durante el tiempo que duró el recorrido me entretuve en inventarme personajes
como lo había hecho en otras ocasiones. Los creía ver escondidos en las grietas
que se abrían en las paredes, observando curiosos al gusano metálico que pasaba
junto a ellos lleno de seres extraños.
También
me imaginaba a pequeños duendes jugando entre los raíles, saltando alegremente
delante del maquinista, retándole a ver quién ganaba la carrera.
El viaje
continuaba su curso. Mi mente seguía recreándose con las imágenes que ella
había creado, hasta que de pronto, el sonido del silbato anunciaba la curva y
el punto de luz que iba aumentando según nos aproximábamos a ella hizo también
que mis personajes se desvanecieran, volviendo de nuevo al mundo de la
fantasía.
Cuando
el tren llegó a la estación se detuvo, abrió sus puertas y fuimos descendiendo
de él. Una vez en el andén esperé a que éste prosiguiera su camino, luego miré
hacía el interior de túnel donde se hacian las sombras y entre ellas me parecía
ver a los personajes que me habían acompañado, mirándome con sus brazos
ligeramente levantados en un adiós silencioso, entonces les sonreí y con un
leve movimiento de mi mano me despedí de ellos hasta un próximo encuentro en el
túnel de sombras.
I R I S
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