miércoles, 17 de mayo de 2017

Mi madre se llamaba (Acróstico)






Fortaleza humana, que la vida nos dio.

Riqueza de espíritu sencillo y generoso.

Amaneces, iluminando tu entorno.

Noto tu debilidad como una llaga.

Cierta nostalgia anhela tus risas.

Invades a hurtadillas mi desconsuelo.

Sujeta por invisibles hilos de valor y energía.

Cobijo y consuelo hechicero de todos.

Arduo camino maduró tu ocaso.



Faz apacible de risueña humanidad.

Aliento que cubre nuestros desvelos.

Riada del tiempo abonando tu tierra.

Rebosando todos los bordes.

Unidad, como un soplo invisible que te sale.

Cruel imperio del alma, que no calma tus heridas.

Andas, sobre el aliento de mi vida.



Y esa nobleza, transluce tu cansado rostro.



Pesares, enriquecen tu historia.

Acodas nerviosa la esperanza.

Contertulia de la vida, en tu largo caminar.

Aire que limpia nuestras vidas de dolor.



Quirón

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