Hace muchos, muchos años, que mi abuelo decía que
le habían contado que en un pueblo, en una mesa del bar, dos hombres tenían una
porfía sobre la política y una marrana, y un tercero hizo su aparición para
opinar, y es ahí donde empezó la discusión.
Uno
decía que una marrana se tumba para que los cerdos se pongan a chupar de la
teta, como hacen algunas madres desde siempre.
Otro
puntualizó que en ocasiones, hay más cerditos que tetas y el que no encuentra
una para chupar, no para de gruñir hasta que le quita el puesto al que está
chupando.
El
tercero en cuestión, quiso poner su granito de arena y, con un don de sabiduría, opinó que eso no es
comparativo, pues no se puede comparar una animal con la política.
La
discusión fue tal, que en el bar, unos se reían, algunos lloraban de la risa y
otros decían que no era justa la comparación. Total, que cada cual piensa lo
que le parece más apropiado, y eso, no hay quien se lo pueda quitar a nadie de
la cabeza.
Trotamundos
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