sábado, 27 de mayo de 2017

Sombras en la oscuridad





           En mi último viaje en metro, bajé las escaleras hacia el interior de la estación y una vez allí tomé la línea correspondiente al lugar donde me dirigía. Una vez en el andén esperé la llegada del tren. No tardó en llegar el convoy y cuando  se detuvo, entre en su interior y me situé cerca de la ventanilla desde donde podía observar el recorrido por el interior del túnel.

         Comenzó el trayecto, la oscuridad y el silencio era roto por el paso de la máquina. Durante el tiempo que duró el recorrido me entretuve en inventarme personajes como lo había hecho en otras ocasiones. Los creía ver escondidos en las grietas que se abrían en las paredes, observando curiosos al gusano metálico que pasaba junto a ellos lleno de seres extraños.

         También me imaginaba a pequeños duendes jugando entre los raíles, saltando alegremente delante del maquinista, retándole a ver quién ganaba la carrera.

         El viaje continuaba su curso. Mi mente seguía recreándose con las imágenes que ella había creado, hasta que de pronto, el sonido del silbato anunciaba la curva y el punto de luz que iba aumentando según nos aproximábamos a ella hizo también que mis personajes se desvanecieran, volviendo de nuevo al mundo de la fantasía.

         Cuando el tren llegó a la estación se detuvo, abrió sus puertas y fuimos descendiendo de él. Una vez en el andén esperé a que éste prosiguiera su camino, luego miré hacía el interior de túnel donde se hacian las sombras y entre ellas me parecía ver a los personajes que me habían acompañado, mirándome con sus brazos ligeramente levantados en un adiós silencioso, entonces les sonreí y con un leve movimiento de mi mano me despedí de ellos hasta un próximo encuentro en el túnel de sombras.

I R I S


Ya se huele el verano.





            El estío se huele en el ambiente, aunque aún estamos en primavera. Las estaciones del año, contenidas entre unas fechas, no coinciden con el clima que la Naturaleza decide enviarnos. Hay muchos factores que intervienen en los cambios climáticos, muchos de ellos alterados por la mano del ser humano.

         El hombre, a pesar de haber salido de la prehistoria hace muchos años, no ha perdido su espíritu trashumante, en busca de los climas más suaves, sobre todo en el verano. Prepara los enseres necesarios y viaja hasta sus lugares favoritos.

         En mi pueblo se pasa mucho calor. Tiene un clima continental y no hay sombras suficientes para resguardar a todos. Lo bueno es que tu cónyuge tenga reminiscencias en un pueblo con un paraje serrano, con abundancia de arboledas y un aire aliviado del calor y donde por las noches se duerme arropado con una manta fina.

         La vida es tranquila, sosegada, donde puedes dar grandes paseos bajo techos de arboledas, donde corre una brisa que refresca tu piel. Hay fuentes donde refrescarse, parques para solaz de niños y mayores. El saludo es obligatorio a toda persona que se cruce en tu camino. La mayoría de los correveidiles, bulos y leyendas, los escuchas en el bar. Las ansias de cultura te las quitas en el Centro Cultural Municipal.

         Qué decir de esas horas muertas después de comer, cuando la calor aprieta y te acomodas en tu sillón favorito, en el salón que aún conserva una pared de piedra de 80 cm. de grosor, que repele la furia del sol. Un buen libro y la cabeza bien apoyada en el respaldo, te trasladan a la mitad de la tarde, Quedas con conocidos, familiares o amigos para juntarte a charlar y tomar un refresco. Cenas y, con el sol ya ocultándose, sales a la calle a pasear por el sendero del colesterol. Eso sí, no se te olvide una chaquetita o un jersey, porque empieza a bajar una brisita de la sierra, que te deja el cuerpo como un reloj. En el camino vas tropezando con zarzas a las que saludas y, sin darte cuenta, te tiras un buen rato charlando. La última parada, en la plaza. Los bancos de piedra aún conservan un poco de calor. Se abre el debate en el que se intenta poner solución a cualquier cosa. En la conversación intentan intervenir los gorjeos de los pájaros que pernoctan en las ramas de los árboles de la plaza.

         Es hora de descansar. Cada mochuelo a su olivo. Mañana será otro día. El trino de los pájaros, el ruido de los obreros municipales que pulen y sacan brillo a la plaza y alrededores, el camión de la basura, el vendedor ambulante que por el megáfono de su camión te ofrece su mercancía, los niños de la guardería alborozados. Todas estas emociones te van despertando suavemente. Arriba, un buen desayuno nos espera y una nueva aventura que nos deparará el día. Buscar nidos de pájaros, caminar entre el arroyo, el ganado pastando en los prados, la montaña sugerente para que te atrevas y subas a explorarla, una riña de gatos. Cuando volvemos a los pastos del invierno, cómo echamos de menos estas aventuras. Qué largo se hace la espera de un nuevo estío.


Rabo de lagartija.

Las alas de Miguel (En recuerdo a los 75 años de su muerte)





          Y sabiendo, que en este momento cuando la corrupción enloda  al Gobierno y a su Partido en una charca inmunda. Cuando Santos Juliá en su artículo dice “la enfermedad senil del socialismo”, puede, al convertirse en facciones ser un gran perjuicio para el PSOE, con consecuencias  catastróficas como lo fue para la República.

               Recurrir a la poesía de aquel joven poeta, al que le costó tan caro  saber decir, y que lo que él decía llegara  a sus enemigos con tanta nitidez. Yo sé, que sigue siendo vigente aquella poesía y que por eso le seguimos recordando y conmemorando sus aniversarios. Te necesitamos Miguel.

            Aquel epígono de la generación del 27,    que fue el gran poeta en la plenitud de su genialidad en la generación del 36,  tuvo la osadía de utilizar las alas para cantar sus poemas a los cuatro vientos, y en todas las vertientes poéticas incluidas las políticas.

            Trataron de cortarle las alas y fue  preso. Murió a los 32 años, pero su obra quedó entre nosotros como una semilla con alas que se esparce y germina y cura el alma lacerada de las gentes que sufrieron la tragedia, después el silencio y más tarde el olvido; además de todos los que hemos tenido el placer de saber de él.

               Hace unos años, al cumplirse el centenario de su nacimiento fue, y sigue siendo sobre todo, un símbolo, un icono de nuestra literatura más universal.

             Un poeta no puede volar sin tres alas: la música, el concepto, y la expresión poética, dijo Pablo Neruda. He copiado un fragmento del poema, “Nanas de la cebolla”, y he buscado esas alas. Porque sus poemas tienen música; porque el concepto está implícito e impreso en cada una de sus palabras; porque su expresión es poética hasta los tuétanos; y te hace sentir hasta ponerte los pelos de punta.  Miguel tiene alas.

Tu risa me hace libre,
Me pone alas.
Soledades me quita
Cárcel me arranca.
Boca que vuela,

Corazón que en tus labios

Relampaguea.
Es tu risa la espada
Más victoriosa.
Vencedor de las flores
Y las alondras.
Rival del sol,
Porvenir de mis huesos
Y de mi amor.

        En cualquiera de los poemas de Miguel Hernández, se encuentran las alas de la poesía. Pero en este fragmento… Se hace tan patente que su cuerpo está encerrado…Como que es su alma libre la que vuela y le dicta estos maravillosos poemas. Poemas de un amor inenarrable… Tan sencillos, tan sentidos, tan tiernos. Como desgarradores y entrañables.

                 Un amor que le hace libre y que le eleva. Pero no libra a su cuerpo de sufrir la falta de libertad, o el rigor de la enfermedad. Tampoco le libera de sentir el deseo de abrazar a su hijo y a su mujer O de poder con ellos comer el pan y cebolla, que no sería otra cosa que la libertad.


QUIRÓN

Lo que vale una teta





            Hace muchos, muchos años, que mi abuelo decía que le habían contado que en un pueblo, en una mesa del bar, dos hombres tenían una porfía sobre la política y una marrana, y un tercero hizo su aparición para opinar, y es ahí donde empezó la discusión.

                 Uno decía que una marrana se tumba para que los cerdos se pongan a chupar de la teta, como hacen algunas madres desde siempre.

            Otro puntualizó que en ocasiones, hay más cerditos que tetas y el que no encuentra una para chupar, no para de gruñir hasta que le quita el puesto al que está chupando.

            El tercero en cuestión, quiso poner su granito de arena y, con un don  de sabiduría, opinó que eso no es comparativo, pues no se puede comparar una animal con la política.

                    La discusión fue tal, que en el bar, unos se reían, algunos lloraban de la risa y otros decían que no era justa la comparación. Total, que cada cual piensa lo que le parece más apropiado, y eso, no hay quien se lo pueda quitar a nadie de la cabeza.


Trotamundos

miércoles, 17 de mayo de 2017

Agarrados de la mano





Agarrados de la mano
afrontamos el futuro,
el presente, el pasado,
las luces y el claroscuro.

Elegimos el camino
y la simiente sembramos,
soñamos nuestro destino,
agarrados de la mano.

Las penas, las alegrías,
el invierno y el verano,
han llegado a nuestras vidas,
agarrados de la mano.

El trabajo, vacaciones,
bautizos y cumpleaños,
nos llenaron de ilusiones,
agarrados de la mano.

Al transcurrir de los tiempos,.
cuando los hijos volaron,
afianzamos los cimientos,
agarrados de la mano.

Cuando el tiempo se termine
para bien y para malo,
que la eternidad nos pille,
agarrados de la mano.



Rabo de lagartija

Mi madre se llamaba (Acróstico)






Fortaleza humana, que la vida nos dio.

Riqueza de espíritu sencillo y generoso.

Amaneces, iluminando tu entorno.

Noto tu debilidad como una llaga.

Cierta nostalgia anhela tus risas.

Invades a hurtadillas mi desconsuelo.

Sujeta por invisibles hilos de valor y energía.

Cobijo y consuelo hechicero de todos.

Arduo camino maduró tu ocaso.



Faz apacible de risueña humanidad.

Aliento que cubre nuestros desvelos.

Riada del tiempo abonando tu tierra.

Rebosando todos los bordes.

Unidad, como un soplo invisible que te sale.

Cruel imperio del alma, que no calma tus heridas.

Andas, sobre el aliento de mi vida.



Y esa nobleza, transluce tu cansado rostro.



Pesares, enriquecen tu historia.

Acodas nerviosa la esperanza.

Contertulia de la vida, en tu largo caminar.

Aire que limpia nuestras vidas de dolor.



Quirón

La ventanilla





            Había llegado el día en que emprendería el viaje para aprovechar unos días de vacaciones. La tarde anterior, mientras hacia el equipaje, pensaba en lo difícil que resulta a veces decidir lo que necesitas llevar, sobre todo cuando viajas a otro país, donde la meteorología es muy diferente al lugar donde resides. Terminada al fin dicha tarea, cerré la maleta con llave  y la trasladé  hasta el pasillo de entrada, donde   dormiría hasta el día siguiente.

            Por la mañana  tras comprobar que grifos y ventanas quedaban perfectamente  cerrados, salí de la casa con dirección al aeropuerto. Una vez en él y tras facturar el equipaje me dirigí hasta la puerta de embarque.  Siempre que viajo en este medio de transporte pido que el asiento esté junto a la ventanilla. Una vez que el aparato emprende el vuelo y se eleva, a través de ella veo cómo va tomando altura y todo abajo se empequeñece. Las demarcaciones de la  tierra se convierten en un mosaico de colores y las casas en pequeños puntos.  Los ríos vistos desde las alturas parecen caminos plateados. El agua del mar tomando un color verdoso deja ver en sus profundidades sombras de las montañas sepultadas por ellas y en las cumbres de las montañas restos de nieve que el invierno había dejado atrás.

            Después de un tiempo de mirar lo que se divisaba desde las alturas, mi vista se detuvo en la línea que divide la nebulosa del cielo azul intenso que se pierde en lo infinito. Tan concentrada estaba yo en lo que veía en el exterior que no había oído a la azafata cuando dirigiéndose a mí me preguntaba qué bebida deseaba tomar para acompañar a la comida que me ofrecía. 

            Cuando terminé de tomar el pequeño piscolabis que me habían dado, me dispuse a seguir mirando al exterior. Ahora lo que mis ojos veían, no eran franjas de  tierra, ni casas, ni  aguas de ríos y de mares, sino nubes como grandes bolas de algodón por su blancura que se mezclaban a su vez con otras donde en su interior se apreciaban manchas grisáceas del agua acumulada en ellas y que amenazaban con descargar en cualquier momento para aligerar su peso.

            El viaje llegaba a su fin. El avión aminoraba su velocidad y descendía para tocar suelo. Por la ventanilla la imagen de las tierras, de las casas, volvía a ser cercana. Cuando el aparato tomó tierra, miré por ultima vez por la ventanilla, diciéndome dentro de mí:  hasta la próxima.



I R I S

Nubes de primavera





                   Ayer lo vi triste.
                   lacio y sediento.
                   Parecía que se secaba,
                   me causó tormento.

                   Y me quitó el sueño
                   pensando en su vida,
                   como niño chico
                   que tiene una herida.

                   Se formó una nube
                   detrás de la sierra,
                   y por unas horas
                   nos regó la tierra.

                   Y regó los campos,
                   y preñó las fuentes,
                   y cantaba el río
                   las fuertes corrientes.

                   Y las ramas verdes
                   de toda la flora,
                   recobraban vida
                   al minuto y hora.

                   Si la lluvia es buena,
                   será bienvenida.
                   Si lleva pedrisco,
                   será maldecida.


Trotamundos

viernes, 5 de mayo de 2017

La gotera





       Llevaba días observando la pequeña mancha que se adivinaba en el techo del cuarto de baño, justo alrededor de la bajada general. Parece que se iba secando. Pudiera ser que coincidiera con los días que llovía. La vigilaría y, en caso de persistir la humedad, daría cuenta a la comunidad de vecinos para que el seguro lo mirase.

       Por fin le habían hecho las radiografías a Laura y el lunes teníamos cita con el traumatólogo para que diagnosticase de donde le provenían los dolores de la rodilla. Hace tres meses, el médico de cabecera le dio cita para el especialista y, aunque las autoridades sanitarias aseguran, por activa y por pasiva, que no existen listas de espera médicas, no había un hueco antes de esta fecha. Le diagnosticó artrosis aguda y la pusieron en la lista de espera quirúrgica, para ponerle una prótesis completa de rodilla.

       Como estamos en verano y no llueve, nos fuimos a quitarnos el calor al pueblo, a la espera de observar a la vuelta del verano si la gotera persistía. Volvimos y parece que se secaba más. Puede haber sido una cosa puntual y no repetirse. Ya veríamos que hacíamos con la pintura del techo.

       A Laura la llamaron al poco de incluirla en lista de espera para que, si quería, en otros hospitales de la comunidad la podrían operar en un mes y así evitar la espera en el hospital que nos correspondía. Sopesamos lo que habíamos oído de vecinos y amigos y llegamos a la conclusión de que no sabíamos como ni quien iba a efectuar la operación, la distancia de nuestro domicilio para ir todos los días al hospital, cómo se iba a realizar la rehabilitación diaria, con ambulancia o taxis hasta su recuperación. Si podríamos pedirla en nuestro hospital o, al no ser operada en el mismo no nos correspondía. Dijimos que no, que esperábamos a que nos tocase en el nuestro.

       Las lluvias tardan este otoño. Alguna pequeña tormenta ha producido una pequeña humedad en la que ya existía y se volvía a secar, dejando distintos cercos amarillos en el techo. Lo comentamos al presidente, que subió hasta el tejado y no encontró ninguna anomalía en el mismo, y que esperáramos a que lloviera bien para observarlo. El seguro, si no hay humedad no abre el techo.

       Hemos ido al hospital para hacer las pruebas del anestesista para la operación. Análisis, radiografía de tórax, electrocardiograma. Esto nos anima, es signo de que pronto la llamarán para operarse. Preguntamos cuanto duran esas pruebas y nos dice que seis meses. Se  nos baja el ánimo.

       Estamos en febrero y por fin llueve. Se llama al seguro, vienen, agujerean el techo y, ¡ahí está la gota, al borde el tubo de bajada! Hay que ver el piso de arriba. Los vecinos no están. Volverá el perito otro día. Pasan las semanas y no se ponen de acuerdo seguro y vecino del piso de arriba. Hemos tapado el agujero del techo con unas bolsas para que no nos caiga suciedad o bichos al ducharnos.

       Ya llevamos siete meses esperando y, un jueves nos llaman al móvil para indicarnos que el domingo tiene que ingresar Laura para operarla el lunes. Todo eran preparaciones, acopio de comidas fáciles para que yo las pueda preparar o calentar. Compramos un neceser grande para la estancia en el hospital. Llega el día, se hacen eternas las horas hasta que la suben a la habitación. La operación había sido satisfactoria y, aunque la rehabilitación era algo dolorosa, quedaría perfectamente de esa rodilla.

       El seguro ya había abierto la bajada del vecino de arriba, habían encontrado la avería y nos había tapado el roto de escayola. Mañana vendría el pintor y quedaría como si nunca hubiera existido ninguna gotera.

       Laura se recupera perfectamente de su pierna. En una revisión rutinaria han visto que la otra rodilla también está para operar y la ponen en lista de espera. Yo miro todos los días el techo del baño, por si acaso.


Rabo de lagartija

La tierra antigua sonríe





Es toda tacto y amabilidad, amor e intensidad,
discreción y fragancia. Las gentes Tenublinas hablan
de sus tierras rojas y de cómo olerla y beberla.
El viñador asume  con naturalidad y esmero la tradición secular  de viñaspre,
Y de los replanos, hondonadas y vaguadas que dibujan un perfil singular.
No hay ruido ni tensión: hay naturalidad y espíritu abierto
 a las  enseñanzas de los mayores.
Estas gentes protagonizan un viaje singular a las raíces del amor
por la tierra que no necesita grandes titulares:
necesita el calor del hogar, una charla amable y alguien
que quiera escuchar cómo esta tierra habla a través de sus caldos.
Es un  pequeño lugar las Paredes, pensado  a la medida del hombre
y de su trabajo con las manos.
el barro y la tierra roja asoman con sutileza, los aromas
profundos de campo: tomillo y orégano.
Sin remilgos pero con un buqué fino y complejo: Violetas y fresas silvestres.
Tiene volumen y energía, corazón e intensidad.
Huele a rebaño  y a sombra alargada de la sierra sobre el terreno,
Sabe  a paz y a  hogaza de pan.
Sensaciones  
Suena a matorral  y a olivo, a piedra arenisca
Y a monte que reciben el mistral
Viento que recoge la esencia y los sabores
de una tierra antigua y sabía y los convierte en amores.

QUIRÓN