viernes, 11 de noviembre de 2016

La fuente





        La vista borrosa y dubitativa, los pasos debilitados y la mente confusa, se unían a la merma de la fuerza interior y el conjunto del cuerpo no respondía a los impulsos que una mente clara desarrolla en sus momentos cabales. De pronto, como por encanto, apareció ella, la fuente. ¿Y qué tenía de extraño la fuente? Tenía todo, tenía vida. Porque al beber el agua fresca y natural, se fue eliminando la mancha borrosa que mis ojos tenían por delante. La lucidez de mi mente se fue restableciendo. Cada toma de agua era un soplo de vida. Las piernas, antes temblorosas, recuperaron elasticidad y fortaleza, y el cuerpo todo en sí, recobró vida con el agua de la fuente.


Trotamundos

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