Junto
a la mata de romero bajo el cerezo centenario, con la vista perdida sobre La Cabrilla , y a sus pies El
Arenal, la mente se queda en blanco y el cuerpo se relaja y reposa,
A lo
lejos, tocando el cielo, los riscos de Los Galayos, con más de 2.000 metros de
altura, cada día me dicen algo nuevo, aunque los contemplo desde niño, y es que
en ese lugar exacto, es donde las nubes comienzan a hacer su aparición y, según
los casos, nos muestran el estado del tiempo que próximamente vamos a tener.
Ahí,
en el corazón de Gredos, y bajo las ramas de4 este árbol centenario, oteando
los picos de La Cabrilla
(2.000 m )
y La Peñita (1.900 m ), el tiempo no
cuenta, sea la época que sea. En otoño el decorado entre ocre, amarillo, verde
y gris, el paisaje es misterioso. En invierno las montañas con la nieve, y a
sus pies con los pinares, te invitan a tocar la blancura de la capa que cubre
el monte. La primavera hace renovar el paisaje, comienzan las labores del campo
para la sementera, las yemas de los árboles nos enseñan el fruto que está por
llegar, si los hielos no los perjudican cuando la floración. Los miles de
cerezos cubren el término municipal en una alfombra sin comparación, y quien
dude, que venga a verlo. El verano es el lugar elegido por una muchedumbre de
personas, que desean gozar del agua del que el río Arenal llena los charcos
naturales, creados por el agua durante siglos, entre las rocas limpias y
milenarias, donde tomar el sol es un vicio, y sino, pruébalo.
Y
repito, desde aquí, bajo las ramas de este cerezo centenario, te invito a coger
cerezas y a pensar que la vida también es esto.
Trotamundos
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