miércoles, 2 de marzo de 2016

Para ti, Alejandra





         Hemos tenido la suerte de conocer a una mujer menuda y sencilla, con arraigos muy fuertes de su tierra de nacimiento y con ansias de aprender todo lo que la cultura pudiera darle.

         Su mano atrevida trazaba signos en el papel, donde iba volcando todo lo que su gran corazón sentía por las cosas más cotidianas, recuerdos de niñez y experiencias y avatares que la vida le había deparado, y tenía la magia de construir unos versos con sabor de pueblo y naturaleza viva, a la par de análisis directos, con su gracia innata para expresar sentimientos y cualidades del ser humano. Sus versos tenían sonrisas para nuestros oídos, eran limpios de dobleces y no manchaban la pureza de las personas. No eran rimbombantes porque no lo necesitaban.

Crítica desde el respeto, plasmaba todo lo que los responsables del orden urbano y social no estaban haciendo bien. Con su prosa coherente les regañaba como una madre regaña a un hijo, con vehemencia envuelta en el cariño.

Su trato alegre, su espiritualidad, sus costumbres y tradiciones arraigadas, y ese puntito chistoso que le brotaba sin maldad alguna, hicieron que se espantaran nuestras dudas y resquemores a abrirle nuestros corazones.

La tierra la llamó con la jubilación y, junto con su marido, escogió pasar los últimos años en su querido pueblo, que tan buenos recuerdos le traían. Rodeada y querida por los suyos, poco a poco se fue despidiendo, con dolor contenido, de sus posesiones terrenales, y aferrada a todo lo bueno que ha disfrutado en esta vida efímera, se ha marchado dejándonos el regalo de haberla conocido.

Rabo de lagartija

No hay comentarios:

Publicar un comentario