lunes, 28 de marzo de 2016

Cosas que dicen los libros





Según Francisco Giner, “solo lo inútil es necesario”.
Ortega escribía sobre sus viajes por Castilla con Baroja.
Aseveraba “en la superior belleza del paisaje castellano de la Meseta
y añadía “no son verdes sin duda pero en cambió un panorama de coral
y oro, de violeta y de plata cristalina se extendía como una
sabana interminable ante los entrecerrados ojos incapaces
de recorrer semejante inmensidad.

Contaba,  que los fisiólogos sabían muy bien
que los colores amarillo y rojo aumentan de un modo
automático nuestras pulsaciones y que su número crece
tanto más, cuanto más extensa sea la superficie
de tonos calientes extendida ante nosotros.
Y se aventuraba a describirlo.

“Aquí los campos rojos ponen las pulsaciones al galope”.
Es un mundo para la pupila, un mundo irreal y aéreo que,
como las ciudades fingidas por las nubes crepusculares,
parece en cada instante expuesto a borrarse, desaparecer,
o absorberse en la nada.
Castilla, sentida como irrealidad visual es una
de las cosas más bellas del universo.

(Que cosas tan bonitas decía Ortega)
Decía de Baroja: que había  hecho de su obra una especie de asilo nocturno. Donde únicamente se encuentran vagabundos.
Entre toda suerte de hombres.
Baroja- añadía Ortega, se queda solo con los de condición inquieta y despegada, que  no echan raíces ni en la tierra, ni en un oficio,
sino que iban rodando de pueblo en pueblo.

Decía que en la España de aquel entonces, apenas si existían
La vida solía  ser monótona y estable en la que cada cual
entra en el carril de su oficio rígido
y atrozmente preestablecido y suele seguir hasta la muerte.
Pero esto no solo es lo que ve Baroja,
sino también todo lo contrario.
Ve criaturas errabundas e indóciles decididas
a no disolver sus instintos en las formas convencionales
de la vida que la sociedad ofrece o impone.
Estas vidas, que son prácticamente fracasos y derrumbamientos,
son moral y sentimentalmente victorias y gestos de ascensión.
Al menos para el gusto de Baroja, de Ortega, y del mío.


El que “triunfa en la sociedad sirve”, la eficacia es un valor positivo,
pero no el único ni el más estimado.
”Merced a la eficacia hemos  desalojado del mundo todo lo exquisito”
¡qué le vamos a hacer! Son socialmente ineficaces.
Mirado desde sus resultados, la vida vagabunda
e inadaptada es una cualidad negativa, pero mírese en ella
el movimiento interior del espíritu indócil, inquieto, arisco.
Que no admite que le metan en vereda.


Quirón

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