Las
palabras tienen vida propia. Y por eso mismo son tan versátiles: subversivas,
invasivas, repudiadas como “Amor”, sometidas, mutiladas, cargadas de arengas...
“Hay que custodiar la libertad de las palabras” en todos los terrenos.
Y sintiendo que esto es así. Me fui
por el túnel de un poema de abrazar a
Izet Sarajli. Estaba en el cementerio, bajo la lluvia, al lado de la tumba de
su esposa, muerta justo al terminar la guerra” ¡Cuánto me gusta empaparme junto
a ti!”
Se habían amado como nunca durante el
sitió de Sarajevo, el más largo de los asedios. 4 años en vilo (1992- 1996), 12.000
muertos y más de 50.000 heridos. Izet, fallecido en 2002, era antes de la
guerra un célebre poeta bosnio, el más
traducido. Lo extraordinario de Izet, y
de gente como Izet, es que custodiaron la libertad de las palabras, la
posibilidad de la aventura, en el imperio de la destrucción. Izet le llevó la
contraria a la guerra de otra forma.
Frente al tableteo de las armas, él
tecleaba muchas veces, como una provocación histórica, la repudiada palabra
“amor”. Ante un incesante bombardeo nocturno, va y escribe: “Una noche ésta
inconscientemente te preguntas /cuántas noches de amor te quedan”/. Caen las
granadas y una de ellas está a punto de alcanzar el poema: “Ha sido lanzada
desde el Mekovici/ donde antes de la guerra/cogía margaritas/ con la mujer que
amo”.
Terminada la Guerra Mundial , el
filosofo Judío-alemán Víctor Klemperer, un superviviente, tuvo un encuentro
casual con una mujer berlinesa, no hebrea, que le contó que había estado en
prisión durante el nazismo. “¿Por qué estuvo usted en la cárcel?”. Y ella
contestó: “Pues por ciertas palabras”. Esa respuesta sencilla y genial, empujó
a Klemperer a escribir una obra en verdad imprescindible. La LTI , La lengua del Tercer
Reich. Es la historia mejor contada de la mutilación de las palabras para
imponer un “orden” criminal.
Cuando el poder abusivo
somete al lenguaje, (y es sometido en cada momento y lugar), cuando contagia
todo de arenga desaparece lo que Esther
Cohen denomina “la posibilidad de aventura”. Ese es el meollo. En la literatura
y en la vida.
Hay una poesía de Antonio
Machado tan estremecedora que resume todo el horror de una guerra, esa en la
que podemos sentir a través del tiempo un bombardeo sobre la población civil y
el peor destrozo:
/“Invisible avión moscardonea. /
¿Duermes,
oh dulce flor de sangre mía? / El cristal del balcón repiquetea,
/ ¡Oh,
fría, fría, fría, fría, fría!” /.
Así es la gente del turno de noche en el
corazón del mundo.
Quirón
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