A la
verde verde, a la verde oliva,
entre
tierra y cardos y una zarza oscura.
Una
tarde triste
al
ponerse el sol,
cuando
tu te fuiste
entre
aquel crisol.
Las
montañas altas
con los
pinos altos,
las
laderas verdes
de matas
y cantos.
El sol
de la tarde
brillaba
en los picos,
con la
nieve blanca
formando
abanicos.
Y en la
falda aún
verdean
tomillos,
con sus
flores blancas
como
canutillos.
Y la
verde oliva
con la
oliva verde,
con su
rico fruto
que
nunca se pierde,
y ese
caldo astuto
que te
agarra y muerde.
Trotamundos
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