El
calendario gregoriano es culpable de que hoy sea 31 de diciembre. Todo se debe
al empeño de un calabrés anónimo del siglo XVI, cuya vida se disolvió en el
aire.
Se
llamaba, parece, Luigi Lillio y nació, si nació, en 1510 en un pequeño puerto
calabrés que entonces era Psycrón y ahora Ciró, justo en la suela de la bota.
Pero no hay registro de su nacimiento. En esos años nadie tomaba nota de4 esas
cosas. Se supone que a sus 20 años se fue a Nápoles para tratar de hacerse
médico. Se supone que no lo consiguió. Se supone que de allí se fue a Roma,
pero nadie sabe para qué. Y de llí, supuestamente, a Perugia donde parece que
enseño medicina. Quizás tuvo algún hijo, quizás una mujer, un hombre, un perro
fiel, quién sabe. Quizás lo entristecía la lluvia, quizás comía cochinillo en
la cuaresma, quizás detestaba las exageraciones de Alighiri. Quizás imaginaba
que el futuro le pertenecía. Se supone que en 1574 ya estaba muerto, pero
tampoco es muy seguro.
Su
vida se disolvió en el aire como tantas, como la enorme mayoría. Alguna vez
habría que tratar de calcular cuántos. De los 100.000 millones de hombres y
mujeres que vivieron, mantienen algún recuerdo todavía. De la suya queda, pese
a todo, algo. Para empezar, hay dos menciones: Esta carta que le mandó el 28 de
enero de 1532 su paisano Giano Teseo Casopero, para decirle que en Nápoles no
perdiera el tiempo y se concentrara en sus estudios. “Intenta descubrir algo
nuevo, de manera que, con el favor de Mercurio, puedas ser tu propio patrón y vender
a buen precio tu arte”. Y la carta que mandó el 25 de septiembre de 1552 el
cardenal Cervini a un colega en Perugia para que le consiguiera un aumento al
“messer Luigi Lillio”.
Fuera
de eso no sabemos nada. Si mera alto y rubio o bajito y dispéptico, si siempre
tenía prisa, si le gustaba el vino. Y sin embargo, hoy vamos a beber como
cosacos por su culpa.
Porque
el tiempo, en aquellos días, era un caos. El mundo occidental y cristiano se
empeñaba en usar un calendario que llevaba 1500 años de problemas. Lo había
impuesto Julio César en el 45 a .C.,
y había sido un gran logro, pero su desfase con respecto al ciclo solar hacía
que el equinoccio de primavera ya cayera el 10 de marzo y siguiera avanzando en
dirección a enero. El tiempo de los hombres no acordaba con el tiempo del
cielo.
Al
fin se hizo, pese a todo. El 5 de octubre de 1582 pasó a ser el 15 de octubre.
Lillio ya estaba muerto cuando el señor Ugo Boncompagni, de quién sí sabemos
bastante, impuso el calendario que él había diseñado, y al que puso su mismo
nombre. Se había inventado uno – Gregorio XIII- porque era Papa, y los Papas
hacen esas cosas. El calendario gregoriano es el culpable de que hoy sea 31 de
diciembre, que esta noche nos parezca que todo se termina y todo empieza. Luigi
Lillio, si es que existió, debe estar muerto de risa.
Quirón
No hay comentarios:
Publicar un comentario