viernes, 12 de abril de 2013

Un sueño para analizar








Esa noche Violeta no durmió bien; se levantó de peor humor que de costumbre y ni siquiera el ronroneo de Aisa, su gatita, la hizo cambiar de gesto.

Después de un frugal desayuno marchó a su trabajo, el portero amablemente como todos los días la saludó y ella secamente también como casi todos los días le respondió.

Ya en el aparcamiento se dirigió hacia su coche poniendo este en marcha. Nada, el motor de arranque no funcionaba, fue en busca del vigilante con la esperanza de que pudiera solucionarle el problema, cosa que no sucedió.

Llamó al seguro para que se hiciera cargo del vehículo, y con peor humor del que se había levantado, salió a la calle en busca de un taxi.

Ya camino del trabajo volvió a sufrir otro contratiempo a causa de un accidente, afortunadamente sin victimas, pero se vieron obligados a apagar los motores en espera de que la grúa retirara el vehículo accidentado.

 Una hora más tarde quedó restablecido el tráfico, cuando Violeta entró en el despacho, su secretaria la miró y se dijo: “me temo que hoy va a ser un mal día, apostaría por ello”. Y es que su jefa tenía un carácter un tanto desabrido habitualmente y esa mañana era más notorio.

Nadie sabia nada respecto a su vida  privada ya que era poco comunicativa y reservada. No se relacionaba con jefes de otros departamentos como es lo habitual, y su rostro no mostraba nunca rasgos de mucha alegría.

Con esa actitud no resulta fácil conseguir amigos, y lo que no podían  entender era que consiguiera mantener los clientes e incluso añadir alguno más a su cartera.

La que permanecía siempre a su lado era su mascota. A su llegada a casa, no se separaba de su lado, y por las noches también la hacía compañía durante el sueño, “no se puede ser más fiel.”

Una mañana se levantó cantando, siendo ella la primera sorprendida.

 Aisa, como de costumbre se le acercó maullando cariñosamente, Violeta  se agachó junto a ella y acariciando su cabeza le decía: “He tenido un sueño muy curioso, en el,  yo era una joven alegre y extrovertida. Gozaba de un grupo de encantadores amigos y cuando había algún desacuerdo era yo quien encontraba la forma de solucionarlo.

Trabajaba en una empresa en la que reinaba un fantástico ambiente laboral y en parte se debía a que la jefa empleaba la autoridad y también la humanidad de manera equilibrada.

Y a la hora del almuerzo, bajaba a la cafetería y era agradable encontrarme con otros compañeros, y durante el almuerzo bromeábamos y comentábamos la película del día anterior, también la recomendación  de algún libro o cualquier otra cosa. ¡Qué grato me resultaba trabajar allí y que feliz me sentía!

Al llegar a ese punto, Violeta hizo una pausa,  la paciente minina no se había movido durante su relato. La miraba sorprendida como pensando “¿qué le pasará hoy a mi ama?; nunca me había dedicado tanta atención, y ella como  adivinando sus pensamientos, le sonrió.

Ese sueño le había llevado a reflexionar sobre su actitud, ella misma se había aislado, no podía culpar a nadie de ello, su gesto distante y frío impedía la proximidad  de sus compañeros.

 Voleta 
                         

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