Hoy,
como todos los días desde hace más de un mes, la pareja de urracas no faltan
nunca a la preparación de su nido donde depositar sus huevos y empollarlos.
Me
da la impresión que se les ha perdido el manual de instrucciones y andan
revoloteando sin apenas avances. Eso sí, con un gran ímpetu y colgados de las
más difíciles posturas, quieren doblegar con el pico la inmensidad de ramitas
que han ido acumulando y de donde, esperemos que pronto, aparezca un fabuloso y
calentito hogar donde sus polluelos reciban el calor y el alimento de sus
padres hasta que se hagan autosuficientes para volar y buscarse el sustento.
O
es que va muy tardía la primavera o se les va a pasar el arroz a esta pareja
como no se espabile. Se que nadie les ha enseñado cómo fabricar un nido y que
lo llevan en sus genes. Han estado dudando entre dos sitios bastante tiempo, o
es que cada componente de la pareja le gustaba más cada una de las
orientaciones. Al final han trasladado la mayoría de las ramitas del que han
desechado al que les ha parecido más idóneo.
Lo
malo de este nido es que tiene y va a tener vecinos hasta que se disperse la
familia. El nido está ubicado a la altura y enfrente de la ventana de nuestro
dormitorio, lo que conlleva que en algunos momentos la pareja se asusta de
nuestra presencia y huye, por poco tiempo, hasta que con ese empeño que les
caracteriza, vuelven a la construcción de su nidito. Ni las órdenes estrictas
del gobierno suspendiendo toda actividad relacionada con la construcción les ha
hecho parar. Menos mal que los municipales no llegan a estas alturas para
meterles un buen paquete por incumplimiento de las normas.
Estamos
deseando que la construcción termine, que hagan lo que tengan que hacer para
que los huevos que ponga la hembra fructifiquen, que pase el período de
incubación y que veamos los piquitos abiertos y hambrientos de los polluelos
esperando que sus progenitores les faciliten el debido condumio que los haga
crecer y que aprendan a dar sus primeros intentos de vuelo, hasta que nuestros
vecinos nos abandonen hasta la primavera que viene, si es que eligen de nuevo
este entorno para la continuidad de su especie.
Rabo de lagartija
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