martes, 7 de abril de 2020

La construcción no para






        Hoy, como todos los días desde hace más de un mes, la pareja de urracas no faltan nunca a la preparación de su nido donde depositar sus huevos y empollarlos.

        Me da la impresión que se les ha perdido el manual de instrucciones y andan revoloteando sin apenas avances. Eso sí, con un gran ímpetu y colgados de las más difíciles posturas, quieren doblegar con el pico la inmensidad de ramitas que han ido acumulando y de donde, esperemos que pronto, aparezca un fabuloso y calentito hogar donde sus polluelos reciban el calor y el alimento de sus padres hasta que se hagan autosuficientes para volar y buscarse el sustento.

        O es que va muy tardía la primavera o se les va a pasar el arroz a esta pareja como no se espabile. Se que nadie les ha enseñado cómo fabricar un nido y que lo llevan en sus genes. Han estado dudando entre dos sitios bastante tiempo, o es que cada componente de la pareja le gustaba más cada una de las orientaciones. Al final han trasladado la mayoría de las ramitas del que han desechado al que les ha parecido más idóneo.

        Lo malo de este nido es que tiene y va a tener vecinos hasta que se disperse la familia. El nido está ubicado a la altura y enfrente de la ventana de nuestro dormitorio, lo que conlleva que en algunos momentos la pareja se asusta de nuestra presencia y huye, por poco tiempo, hasta que con ese empeño que les caracteriza, vuelven a la construcción de su nidito. Ni las órdenes estrictas del gobierno suspendiendo toda actividad relacionada con la construcción les ha hecho parar. Menos mal que los municipales no llegan a estas alturas para meterles un buen paquete por incumplimiento de las normas.

        Estamos deseando que la construcción termine, que hagan lo que tengan que hacer para que los huevos que ponga la hembra fructifiquen, que pase el período de incubación y que veamos los piquitos abiertos y hambrientos de los polluelos esperando que sus progenitores les faciliten el debido condumio que los haga crecer y que aprendan a dar sus primeros intentos de vuelo, hasta que nuestros vecinos nos abandonen hasta la primavera que viene, si es que eligen de nuevo este entorno para la continuidad de su especie.


Rabo de lagartija

Silencio





            No sé cómo has nacido coronavirus, como te has desarrollado y llegado hasta nosotros, sólo sé del dolor y el llanto que estas causando a nuestro alrededor.

            Has sembrado el silencio. Nos has condenado al encierro en nuestras casas.

            Las calles envueltas en sombras y silencio, roto por los trinos del canto de los pájaros que sienten que la primavera ha llegado, sin hacer ruido uniéndose al silencio que nos rodea.

            Los arbustos de los jardines se han llenado de pequeñas florecillas, ofreciéndose a los ojos que las puedan ver.

            En los árboles de parques y jardines han empezado sus ramas a verdear y no tardando mucho serán las hojas que vestirán sus desnudos brazos.

            No hay niños jugando en la calle ni en los parques infantiles. No hay viejos tomando el sol al resguardo en los bancos de las plazas. Tampoco hay saludos en la calle como sucedía en un tiempo que ahora se nos antoja lejano y que ahora  añoramos.

            Nuestros hogares se han convertido en trincheras ante tu envestida, luchamos para que no entres en ellos y no siempre lo hemos conseguido.

            No sé cuándo terminará esta pesadilla en la que has convertido nuestra existencia y de quienes nos rodean, sólo sé que cuando esto pase, si es que pasa, nos parecerá despertar de un mal sueño cuyas heridas quedaran clavadas en todos nosotros.


I R I S

La claridad





¿Para qué sirve la claridad? Si  por lo menos alguien recordara, si
alguien súbitamente  acometido  recordara… la luz usada deja polvo de
mariposa entre los dedos y un gran viento recorre las calzadas,
he aquí nuestra ciudad.
Hoy es invierno. La claridad ¿Qué  sirve?
Nos acogen las calles conocidas y la tarde empezada,
los cansados castaños obedientes, cuyas hojas ruedan crujientes
bajo  los pies del que regresa, preceden, acompañan nuestro paso
bajo la  prematura  opacidad, del cielo que converge hacía su término.
Interrumpiendo a cada instante cruza lenta la multitud, mientras nosotros
olvidadizos, desfilamos calle de la llegada arriba.
Cada cual se asoma a sus cuarteles solitarios.
Estos fuimos nosotros. ¿Recordáis? La destreza del vuelo de las aves,
el júbilo, los juegos peligrosos allá en el fondo del jardín, el grito bajo el cielo
más alto que el follaje  y la muerte atisbada que espejeaba hacía fuera,
sin atreverme  a tomar ciertas calles, hacer marcha atrás porque alguien te mira,
cruzar la acera para esquivar un grupo numeroso…
Un terror intuitivo que nunca sentí en Barcelona, París y Roma;
heme aquí antipatizado y sin memoria, sin embargo no luce la hermosa
inseguridad de la mano magnifica Colossus.
 Eral lozano novillo tierno. De bien conocido cuerno.
Mal lunada la frente. Retrogrado cedió en desigual lucha.
Ah duro toro aun contra el viento armado.

  Quirón.

Desde mi ventana



                   No quiero que me invada la tristeza,
                   ni que mi alegre risa se congele.
                   Quiero abrazar de nuevo a mis amigos
                   y besar a mi hija cuando viene.

                   Quiero escuchar en la radio melodías,
                   y no noticias desalentadoras,
                   y que el miedo no pase de mi puerta,
                   que la esperanza sea mi bienhechora.

                   No quiero que me atrape el pesimismo,
                   quiero mirar al cielo esperanzada,
                   deseando que esto acabe pronto
                   y abrazar a la gente solidaria,
                   que han expuesto su vida por nosotros
                   con valor y desinteresada.

                   Quiero despertarme una mañana
                   y escuchar tambores y trompetas
                   anunciando el fin de este mal sueño,
                   con música alegre y pandereta.
                   Pero por favor que sea pronto,
                   que aún tenemos la esperanza abierta.

Luna