Aparece la cara pálida del nuevo año. Se
extinguieron los festines grabados, se apagaron las luminarias, pasaron los
ritos de iniciación. El concierto de Viena. El pasional Papa. Ahora solas y
desnudas: las programaciones, habría que hacer votos para que fueran más
serias, buenas,, inteligentes.
Más vale el silencio, las circunstancias lo
impiden, parecen perdidas. Han dejado espacio a falsas alegrías, se hunden en
la madrugada. Hasta los informativos se nos van si no hay el más mínimo deporte,
solo grandes imágenes excepcionales:, la somalí desnuda y apaleada sacada en
planos como de estudio, pero pocas noticias o pocos comentarios dignos de
confianza y seriedad.
Vivimos con nuestro amante y salimos de vez en
cuando con nuestros amigos. Debería ser al revés: convivir con los amigos y
salir de vez en cuando con nuestro amante.
La frase consumida en frío. Esa
costumbre de discutirle a la mujer o al marido, la última peseta, cuando con el
amigo pasa por el más rumboso. Que estupenda aventura, que emoción, que asombrosa
capacidad de enajenarse, de salir de lo cotidiano.
Al enamorarse vivimos otra vida, eres más alta,
más guapa, más inteligente. Libre, otro viaje a ninguna parte. Nos enfadamos
por tonterías, refunfuñamos por sandeces. En una construcción sólida de lo que
uno sabe y lo que uno es, a la par que inventamos al otro. Es un pacto secreto
entre dos extraños para imaginarse mutuamente. Los amigos son la base, el
esqueleto.
Para los amantes, tu pareja es la carne doliente
palpitante, es lo que no controlas y no eres. Pero es que la vida, en fin, es
un misterio.
La inmortalidad del Imperio, eventos que
enardecían a las vecinas. Las emperatrices: la Piquer y Juanita Reina.
Denostadas durante un tiempo fueron las grandes consoladoras de la calle.
Siempre había una vecina que sabia cantar. Por la ventana entraba la voz de
alguna promesa sin cuajar. Ellas narraban gratuitamente el coraje de “Lola
Puñales” o la cursilería de la “Niña de la estación”.
El repertorio de lucimiento, en todos los
frentes, pero siempre pasional del que tan huérfanas estaban aquellas pobres
almas. Se reivindica de la copla, como testimonio de ternura que toda una
colectividad necesitó desesperadamente y que las tonadilleras ilustres
repartieron a manos llenas. En este
mundo que la memoria presenta en tonos grises, regresan con campanilleo
remozado por los milagros de la técnica. Me estremezco pensando que las
campanas también doblan por mí.
Quirón
No hay comentarios:
Publicar un comentario