Amanecer después de un sueño profundo,
desestabilizó mji cuerpo y mi mente.
He vuelto a
soñar con la compañía de músicos que ensayan frente a mi casa, al aire libre.
Sigo con la angustia de no poder hacer nada por ellos. Esa ventisca que se forma por las tardes estropeará los instrumentos.
Indagaré de
quien es el solar y la cueva que
está dentro. Es una pena que no se le de utilidad, con lo grande que es y
parece acogedora. Alguna solución encontraré.
Después de
mucho tiempo de investigación, me dijeron que el propietario de ese solar era
un señor que ahora vive en otra ciudad, y se lo había expropiado el
ayuntamiento, para hacer un camino que acortara el tiempo de llegada a “VILLA
JULIANA”, que está más arriba.
Yo, que soy de
ideas fijas, por una temporada no dejé las visitas al ayuntamiento, quería
conseguir junto con otros vecinos, que los músicos pudieran ensayar en la cueva, la veía idónea, pensaba que
tendría buena acústica, que es lo más importante y lo que necesita una buena orquesta.
Un día, en una
reunión con el arquitecto y el concejal de urbanismo, me dijeron: Señora, por
el interés que se ha tomado y después de muchas deliberaciones, hemos acordado
que los músicos ensayen en la cueva.
No podemos ver que ensayen a la luz de la luna.
¿Entonces,
quiero entender que se va a remodelar el terreno? ¡Sí, van a tener suerte los
músicos! El dueño cede la cueva, por
un tiempo deja que se utilice. Este señor cree que es por una buena causa.
¡Ahora no ponga pegas porque la cueva
está a la sombra! Y que el ciprés que hay no le gusta, que eso no
se puede modificar.
Más veloz que
el viento, mi alegría se la transmitía a los músicos, que seguían ensayando en
pleno campo, alineados como un grupo de juncos, que sigue erguido hasta terminar
las escalas.
Una nube que no dejaba de regalar agua,
consiguió un aroma en el campo, que
multiplicó la alegría de obreros que, a la sombra
o al sol, seguían los trabajos de restauración en la cueva, y los accesos por varias carreteras.
Terminada ya
la restauración, la orquesta con gran armonía,
deleitaba a todos los convecinos, que pasaban tardes inolvidables y llenos de
satisfacción y aplaudían sin parar.
Estoy segura
que, con esfuerzo, seremos capaces de conseguir nuestros objetivos, y aunque tengamos
caminos cerrados, no podrá la ventisca con nosotros.
Virpana
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