martes, 16 de junio de 2015

El lago




        Mis recuerdos, un poco dormidos en el tiempo,  hoy se han despertado. Hemos  vuelto a dar un paseo por la Casa de Campo, prácticamente  por las mismas veredas de hace años, y he visto pronunciadas mis pisadas en un suelo árido,  rodeado de frondosos árboles formando semicírculos, y de pronto, en el centro una gran mancha de agua,  ¡es el Lago!, y al fondo diviso todo Madrid. ¡Qué maravilla para mi vista una ciudad tan erguida y majestuosa!

En ese momento  todos los recuerdos se recrean en mi mente.

En años anteriores iba con una disposición de mujer joven, con una familia  que estaba formando con mi pareja. Íbamos sobre todo el uno de Mayo, fiesta del trabajador. Allí nos juntábamos muchas familias,  compartiendo comida e ilusiones futuras.

Llevábamos los brazos ocupados de bolsas de comida y nevera, para pasar el día al aire libre. Era una gozada comer la tortilla de patatas y los filetes empanados frente a ese Lago,  donde se mecía  el agua constantemente. Los chavales siempre mirando a ver si venían  los grupos de patos que jugueteaban, mezclándose con las barquitas de recreo que  alquilaban por horas, chapoteando la margen del Lago.
 
Al atardecer, ya cansados de tanto  disfrute, tocaba recoger, no sin antes comer algo de merienda. Siempre quedaban restos en la nevera, y si no quedaba nada, estaba el recurrente pan con chocolate.


Y terminado el día de campo, a poner el 600 en marcha y para casa, la ducha y a dormir felizmente.

Virpana

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