Escribo con un temblor.
Que mal pinta, por Zeus, esté nuevo año. Y sin
embargo ¿Quién dijo que vivir a un solo hombre, a una sola mujer, a la
humanidad entera, iba a ser fácil?
Aunque después de discursos tan soporíferos sobre
el tema económico, tan desoladores que ni prefiero nombrarlos. Además porque
hay cierto tipo de periodistas que disfrutan viendo como se cumplen sus
profecías más agoreras. Cosa que me ha hecho huir de tanta economía para
refugiarme en un librito que reconforta, “Ética para Amador” de Fernando
Sabater.
Sin importarme mi propia edad. Leyendo como quien
echa la vista atrás para recuperar verdades primigenias que ahora son
necesarias. Como por ejemplo, la ética, que no puede esperar a la política. Es
decir no podemos aguardar a que los políticos tomen las decisiones correctas;
tenemos que tomarlas nosotros. De esa manera es como se construye una sociedad,
de abajo a arriba.
Pero es aun mejor lo que Sabater escribe sobre
los Derechos Humanos tan en peligro hoy en día “hay que insistir en
reivindicarlos al completo, en todas partes y para todos, no unos cuantos y
para unos cuantos, sigue siendo la única empresa política de la que la ética no
puede desentenderse”.
Practicar eso, la defensa de los derechos
humanos, es algo que no tiene duda y constituye la mejor tarea común en la que
nos debemos esforzar dado los tiempos duros que vienen. No tanto para mejorar
el año nuevo como para que los tiempos duros nos mejoren a nosotros.
Porque a pesar de los bandazos, fracasos,
zancadillas y desánimos. Las personas que queremos actuar con ética, no podemos
darnos por vencidos por la sencilla razón de que la ética es nuestra libertad
para decidir, para ponernos en el lugar de los otros y obrar en consecuencia. La
ética, digo, es claramente vencedora: no importa cuantas veces sea pisoteada
por la actuación de los desaprensivos. La ética tiene razón. Es la esencia, el
carbón para calentarnos el alma, aquello que nos permite estar vivos y luchar.
Quirón
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