sábado, 16 de noviembre de 2013

Un sistema financiero sin control

Bueno, lo que pasa es relativamente simple. Hemos permitido al capitalismo hacerse, virtualmente, con cada aspecto de la existencia humana; tenemos un sistema financiero fuera de control y ninguna autoridad parece querer  controlarlo; hay una carrera entre las compañías multinacionales para hacerse cargo de los recursos que quedan. ya sea energía, comida, tierra, agua, metales oro…

Hace 10 años parecía que se  estaba  produciendo una toma  de conciencia ecológica, pero ahora eso ha desaparecido completamente. Tenemos una crisis generalizada, una convergencia de varias crisis: la financiera, la de la desigualdad engendrada por el capitalismo, y la ecológica. Hay crisis alimentaria y de agua que afecta cada día a más gente, no solo al Tercer Mundo, también a los países ricos. Y encima de todo eso tenemos la crisis de la democracia: Autoridades ilegitimas  que no han sido elegidas por el pueblo son las que crean las reglas del juego. Hacia eso camina el mundo. Un sistema financiero sin control nos lleva al precipicio.

Los conservadores en el gobierno piensan que la mayoría de las personas no necesitan pruebas, que ven que el sistema no funciona ni para ellos, ni para su familia, ni amigos, únicamente para el 1% funciona y, desgraciadamente, ese 1% ha decidido que debemos tener desempleo, austeridad, sufrimiento de la población y pérdida de aquello que la clase trabajadora conquistó a lo largo de los últimos 60-70 años.


Ese 1% “sería el Grupo de Davos que se reúnen en Suiza y dicen: Tenemos demasiadas cargas sociales; hemos ganado 10 puntos del PIB  en los últimos años y ahora queremos ganar otros 10”.


Se trata de una convergencia de intereses. Ellos no se reúnen, y dicen vamos a derribar los derechos que la gente ha conquistado en los últimos 60 años, no. Es que la ideología liberal genera ideas que la gente se acaba creyendo, como esa que tanto se ha escuchado en España de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. ¡Eso es una tontería! Porque el Estado español no pidió prestado para mejorar la educación, la salud, la cultura o cosas que beneficiara a la población en general; pidió para salvar al sistema bancario tras la crisis inmobiliaria.

España no estaba endeudada antes de la crisis. Proporcionalmente, estaba menos endeudada que los virtuosos alemanes, que son los que han sacado uno de esos “números mágicos” que aparecen en el tratado de Maastricht: el 3% de déficit que los países no deben superar; el otro número que no pueden superar es el 60% del PIB de deuda. Nadie sabe de dónde vienen  esas cifras, ¿del Bundesbank, probablemente? ¿Pero por qué el 3 y no el 4? ¿Y el 70 en lugar del 60? Son cifras arbitrarias que jamás han sido rebatidas.

Ellos son los que detentan el poder. En realidad podríamos poner carteles electorales en las calles que digan: “Voten a Goldman Sachs”, ¡eliminen al intermediario! 
                      
 (El día 16 de septiembre, 5 años de la caída del Herman Bhroders. Ese día comenzó nuestro suplicio).

         Quirón

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