lunes, 18 de noviembre de 2013

La vida del jubilado



        - ¡Merche, cariño. He pasado por el centro de mayores y me ha dicho el secretario que quedan dos plazas vacantes para el viaje a Canarias dentro de quince días! ¡No me he querido apuntar hasta hablarlo contigo! ¿Qué te parece? ¡Nos podemos apuntar!

        - Ni lo sueñes. No podemos.

        - Pero, si no tenemos médicos ni compromisos. Además, por el precio que cuesta, sale casi como lo que nos gastamos en comer en casa. Y tú no tienes que hacer comidas, ni camas, ni fregar.

        - Para, Manolo. Ha llamado tu hija que han cerrado la empresa donde trabaja tu yerno y han despedido a todos sin indemnización.

        - Bueno. En lo que se movilizan y ponen una demanda contra la empresa, pasará algún tiempo. Mientras, podíamos hacer el viaje y, luego ya veremos.

        - ¡Qué poco piensas en los problemas! ¡Sólo piensas en tu propia satisfacción! Lo primero que va a hacer tu hija es borrar a tus nietos mayores del comedor del colegio y traérnoslos a casa para que coman aquí. Y al pequeño, sacarlo de la guardería de pago, con lo que en muchos momentos nos lo dejará para poder moverse en busca de cualquier trabajo que pueda realizar. Fregando escaleras, atendiendo a personas mayores. ¡Lo que encuentre, si es que encuentra algo!

        - Hombre. A Ernesto le darán el paro, al menos por un par de años. Mientras tanto tiene tiempo de buscar algo.

        - Manolo. Piensa un poco con cabeza. Tienen una hipoteca por pagar. Con el paro, que va menguando cada pocos meses y las pocas oportunidades de trabajo que hay hoy con la crisis, el problema va para largo. ¿Cómo van a atender los gastos de tus nietos, la hipoteca, la letra del coche, la luz, el gas, el..?

        - Vale, vale. Tendremos que apretarnos un poco el cinturón. Al menos podremos darlos cuidados y comida en  nuestra casa. Con eso podrán afrontar los meses malos que se avecinan.

        - ¿Ya has solucionado el problema? ¡Qué descanso y tranquilidad me das Manolo! En cuanto dejen de pagar pocos meses la hipoteca, el banco se les echa encima y los ponen de patitas en la calle.

        - Bueno. Aunque no es muy grande nuestra casa, todavía nos podremos apañar viviendo todos en ella durante un tiempo.

        - ¡Qué bien. Que poca memoria tienes! ¿No te acuerdas cuando compraron el piso los chicos, que tuvimos que ir a la notaría nosotros? Piensa, piensa. ¿Por qué firmamos en la escritura del piso?... ¡Porque avalamos a los chicos y, si no pagan ellos, nos harán pagar a nosotros y podrán quitarnos también nuestro piso si no alcanza a pagar la deuda con el suyo! No pensamos entonces que esta situación podría llegar a pasar. Pero ha pasado. Nos tenemos que olvidar de la buena vida que llevábamos como jubilados y retomar otra vez la de padres y abuelos, con todos los problemas que surjan. Despídete de viajecitos y de la pastelería y de gastar con alegría la paga que, para nosotros solos nos bastaba para una buena calidad de vida.

        - Entonces, ¿para qué hemos estado todos estos años trabajando como negros, sin poder disfrutar de unas vacaciones, volcados en darle lo mejor a nuestros hijos para que el día de mañana pudieran independizarse y valerse por sí solos, para que cuando llegase la jubilación no dependieran de nosotros?

        - Manolo. Te has jubilado del trabajo, pero de ser padre y abuelo, nunca podrás dejar de serlo. Para la bueno y para lo malo, el día que decidimos engendrar a nuestros hijos, creamos un vínculo de por vida con ellos. Nadie ni nada nos pudo decir lo que el destino nos depararía con nuestra decisión. Y es lo que hay. Así que, ponte las pilas y afrontemos lo que nos viene encima.

        - ¿Qué vida nos espera? No se si tendré fuerzas para superar este cambio. ¡No quiero cambiar. No quiero cambiar, No quiero…!

        - ¡Manolo, Manolo. Despierta que estás dando voces. Nos hemos dormido. Vamos a llegar tarde al autocar para irnos a Canarias!

 ¡Manolo! ¿Por qué me miras así y sonríes?


Rabo de lagartija

1 comentario:

  1. Me siento reflejado en este relato. ¡Que no nos toquen las pensiones!

    "Un jubilado"

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