Hay momentos vividos en un tiempo de nuestra vida que se
almacenan en nuestra memoria y quedan olvidados, hasta que un día, de forma
inesperada, recobramos los recuerdos de
un pasado ya lejano.
Durante un
tiempo, cada mañana, camino de mi trabajo me cruzaba en la acera con una vieja
pareja. La mañana se presentaba soleada y fría. Yo caminaba rápidamente y
apretaba el abrigo contra el cuerpo, para mitigar el frío que se filtraba hasta
los huesos. Al pasar junto a ellos observé cómo cubrían sus cuerpos con abrigos
descoloridos, atados a la cintura con una cuerda. Las manos las cubrían con
guantes de lana dejando los dedos al descubierto, para facilitar la recogida de
cartón y pequeñas cosas que encontraban en los contenedores de la calle. Día a
día los veía en la misma calle, y me había acostumbrado a su presencia.
Aquella
mañana, al cruzarme con ellos, algo llamó
mi atención con mayor interés que otros días. Observé como ella esta
apoyada sobre el coche aparcado junto a la acera, y a su lado la carga que su
diminuto cuerpo había transportado. El hombre estaba junto a ella y acariciaba
su mejilla. En el rostro de ella se dibujaba el dolor y sus ojos se empañaban
con una lágrima. Pasado un tiempo, el hombre rodeó la cintura de ella con su
brazo ayudándola a incorporarse para seguir el camino de regreso a casa. Se
alejaron lentamente del lugar, dejando en el suelo el hatillo de cartones y
pequeñas cosas.
Durante
varios días no volví a ver a mi vieja pareja, lo que me hizo pensar que algo no
marchaba bien. Pero una mañana los divisé a lo lejos y mis temores
desaparecieron. Según me aproximaba a ellos, observé en el rostro de ella una
sonrisa. Sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas. Pasaron junto a mí y me
miraron en silencio, para después alejarse muy juntos uno al lado del otro,
llevando cargados a sus espaldas el hatillo de cartones y pequeñas cosas.
Han pasado
ya varios años de este momento vivido. Hace unos días, otra pareja se cruzó en
mi camino. Pero esta vez no era cartón ni pequeñas cosas, sino que estaban
metiendo las manos en busca de los restos de comida que un supermercado había
dejado en un contenedor de basura, situado muy cerca del establecimiento.
Mientras me
alejaba del lugar, no dejaba de pensar en la vieja pareja y el estado de
pobreza que los levaba a buscar los restos que se encontraban en el contenedor
de basuras.
Iris
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