domingo, 17 de marzo de 2013

Secuencias


        
       Hay momentos vividos en un tiempo de nuestra vida que se almacenan en nuestra memoria y quedan olvidados, hasta que un día, de forma inesperada,  recobramos los recuerdos de un pasado ya lejano.

         Durante un tiempo, cada mañana, camino de mi trabajo me cruzaba en la acera con una vieja pareja. La mañana se presentaba soleada y fría. Yo caminaba rápidamente y apretaba el abrigo contra el cuerpo, para mitigar el frío que se filtraba hasta los huesos. Al pasar junto a ellos observé cómo cubrían sus cuerpos con abrigos descoloridos, atados a la cintura con una cuerda. Las manos las cubrían con guantes de lana dejando los dedos al descubierto, para facilitar la recogida de cartón y pequeñas cosas que encontraban en los contenedores de la calle. Día a día los veía en la misma calle, y me había acostumbrado a su presencia.

         Aquella mañana, al cruzarme con ellos, algo llamó  mi atención con mayor interés que otros días. Observé como ella esta apoyada sobre el coche aparcado junto a la acera, y a su lado la carga que su diminuto cuerpo había transportado. El hombre estaba junto a ella y acariciaba su mejilla. En el rostro de ella se dibujaba el dolor y sus ojos se empañaban con una lágrima. Pasado un tiempo, el hombre rodeó la cintura de ella con su brazo ayudándola a incorporarse para seguir el camino de regreso a casa. Se alejaron lentamente del lugar, dejando en el suelo el hatillo de cartones y pequeñas cosas.

         Durante varios días no volví a ver a mi vieja pareja, lo que me hizo pensar que algo no marchaba bien. Pero una mañana los divisé a lo lejos y mis temores desaparecieron. Según me aproximaba a ellos, observé en el rostro de ella una sonrisa. Sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas. Pasaron junto a mí y me miraron en silencio, para después alejarse muy juntos uno al lado del otro, llevando cargados a sus espaldas el hatillo de cartones y pequeñas cosas.

         Han pasado ya varios años de este momento vivido. Hace unos días, otra pareja se cruzó en mi camino. Pero esta vez no era cartón ni pequeñas cosas, sino que estaban metiendo las manos en busca de los restos de comida que un supermercado había dejado en un contenedor de basura, situado muy cerca del establecimiento.

         Mientras me alejaba del lugar, no dejaba de pensar en la vieja pareja y el estado de pobreza que los levaba a buscar los restos que se encontraban en el contenedor de basuras.

Iris

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