Me pongo a recordar y no paro, y es que recuerde lo
que recuerde ahí estas tú, prima, en lo más hondo de mi memoria.
Recuerdos vagos en la niñez, cuando disimulada y
sigilosamente entrabamos en la casa de
la abuela a coger los pestiños, que tan ricos hacía y que guardaba debajo de la
cama en una caja de cartón
En la adolescencia, cuando jugábamos a ser mayores y
nos escondíamos para fumar y hablábamos de los chicos que nos gustaban. Cuando
enlazábamos las fiestas de pueblo en pueblo.
¡Qué bien lo
pasábamos!
Que risa me daba cuando me decías: “Tú estás loca”
porque hacía cosas que ni siquiera pensaba que podía hacer.
Cuando te mordió aquel perro, que te dejo esa
cicatriz. Nunca llorabas
Ahora de mayores nos hemos distanciado un poco. A ti
te agobia la ciudad y yo voy poco al pueblo, pero siempre te he admirado, por
tu coraje, valor y fuerza a la hora de afrontar esta delicada enfermedad.
Siempre te he considerado muy inteligente, porque
dicen, que aunque no esté comprobado, los de tu colectivo son mucho más
creativos, y yo, prima, lo creo.
Además de la fecha de tu cumpleaños, acuérdate que
cada trece de agosto también es tu día, porque es el día mundial de los zurdos.
Carta de admiración a mi prima, la zurda.
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