Nos cruzamos esa mañana
junto al parque de las flores,
su cara de rosa, helada,
y aquellos tirabuzones
de su melena colgaban,
provocando sensaciones.
Se cruzaron las miradas
en tan sólo unos segundos,
pero el corazón saltaba,
como queriendo escapar,
y la cabeza pensaba,
que no la dejes marchar.
Yo andaba para adelante,
y mis pasos para atrás,
y al volverme me di cuenta
de que le pasaba igual.
Y… pudo más la cabeza
porque se dejó arrastrar,
porque ante tanta belleza,
te tienes que arrodillar,
y parándome ante ella,
tiritando empecé a hablar.
Mis palabras no sonaban,
mi boca estaba reseca,
y por fin le dije ¡hola!,
con mi lengua de manteca.
Me contestó ¡buenos días!,
con sus labios tiritando,
y yo le dije ¡bonita,
lo más bonito del año,
que en esta calle la pisa!
¡Pues no será para tanto!,
¿no estará muerto de risa?
¡Yo no estoy muerto de risa,
porque estaba tiritando,
de ver tu cara bonita,
y ahora estoy casi delirando!
Porque tus ojos me dicen
que tu corazón es bueno,
y quiero tenerte a mi lado
porque tu serás mi cielo,
pues si tu no me aceptaras,
yo no encontraría consuelo.
Trotamundos
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