lunes, 18 de abril de 2016

La Revolución Rosa





 La comandante Sampat Pal, es una leyenda viva, una activista y feminista, antiviolencia pero no sumisa.

Hace tres años fundó su propio ejercito en una de las zonas más deprimidas del norte de la India, la zona de Uttar Prades.

Casi 100.000 mujeres batallan hoy vestidas con el sari rosa de la revolución, contra la corrupción política, los abusos de poder y la violencia de género.

Sampat Pal es hija de pastores, analfabeta y fue casada a los 12 años siendo impúber, “Aquella terrible experiencia mía me hizo desarrollar empatía hacía el dolor y sufrimiento de otras mujeres” -comenta ella- “quizá fue el detonante de una vida entregada al activismo social”.

“Desde la organización de talleres de costura para mujeres, a la fundación de una ONG en 2003 para el desarrollo y la financiación de pequeños grupos de trabajadoras. Llevábamos a cabo actividades cada vez más combativas. Me seguían las trabajadoras y un día pensé ¿porqué  no llevar un uniforme que nos distinga al realizar nuestras acciones? Algo hecho exclusivamente por mujeres en este rincón de la India”.

 “Así nació en marzo de 2006, el ejercito de los saris rosas, con 25 soldados, de entre 40 y 60 años, muchas de ellas viudas. Hoy somos casi 100.000. Quise crear una unión femenina poderosa. El color rosa significa revolución. Luchamos contra la dominación masculina imperante, contra los  padres  que no permiten a sus hijas recibir educación y apañan sus matrimonios siendo aun niñas”.

“Ayudamos a mujeres maltratadas, también a los parias y pobres humillados por los brahmanes de  casta superior. Nos enfrentamos a los jefes de gobierno de los pueblos, muchos de ellos son corruptos”.

En Fatehpur, se han reunido un centenar de mujeres vestidas de rosa, (la mayoría intocables, las castas más bajas de la India). Han llegado caminando desde distintos pueblos de alrededor. Muchas no tienen ni donde dormir, están hartas de la falta de agua potable, de los cortes de la luz, de que los gobernantes se repartan las tierras del pueblo e impidan a los ciudadanos trabajar y poder vivir.

Gritan todas al ver a su jefa Sampat Pal, ¡Gulabi Gang Vencerá! y marchan todas juntas al centro de la ciudad. Pretenden entregar en mano al magistrado del distrito un memorando donde denuncian  todas las injusticias.
Hemlata Patel, de 40 años es la responsable del gang en la zona y tiene 2.500 soldados a su cargo. Se alistó  para juntarse y luchar. “Juntas tenemos mucha fuerza”, – afirma – “somos compañeras de batalla, el resto del tiempo cada una sigue en su vida. No estoy aquí por dinero. Tengo marido y tres hijos que me apoyan.”  Nos presenta a Manja, con 25 años. Es hermosa y fuerte, cuenta: “estaba desesperada, sin trabajo, sin familia, nada. Ahora tengo fe en que las cosas, si luchas, puedan cambiar”.

Medía hora después la concentración toma pacíficamente la Corte del Distrito de Fathepur, sede del Gobierno provisional. Hasta el despacho del magistrado del distrito llegan los gritos ¿Dónde estas magistrado? ¿Por qué  no quieres hablar con nosotras? Basú se lo pensará 20 minutos y saldrá con dos hombres con fusiles guardándole las espaldas.

Sampat, sube el tono de voz al dirigirse a él y estalla como un volcán para denunciar como dejaron sin tierra al marido de esta mujer. O porqué aquella tiene dificultades para dar agua a su bebe. Este dirigente tendrá que mover ficha. La comandante en jefe advierte, “estaremos pendientes de lo que seas capaz de hacer y volveremos, quizás no seamos tan educadas la próxima vez”.

Sampat está satisfecha, arenga a sus tropas antes de despedirse. “Cuidaos, permaneced atentas a los problemas de las mujeres, recordad, unidas sois más fuertes”.

Ya en casa, nos presenta a su guía, el único hombre de la organización, Joy Prokash, que lleva con ella muchos años, es su mano derecha, él lleva el papeleo de la organización que funciona por medio de un peaje.     

Quirón    

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