Cansada
de tanto trajín, de tantas idas y venidas por donde el camino de la vida nos va
llevando. Todo en ella es cambiante, nada permanece inalterable. A veces
creemos que ya es suficiente, que no podemos, pero los humanos nos adaptamos
como una enredadera que va cogiendo la forma según a donde esté plantada, ya
sea en el tronco de un árbol o en el hastial de una casa.
Nos
agarramos con la fuerza de nuestro interior y nos alimentamos de lo que cada
uno ha ido almacenando dentro de sí. El camino no suele ser fácil, las piedras resbaladizas,
los cantos rodados forman pedreras difíciles de cruzar y las colinas que se
alzan son como gigantes obstáculos que salvar. Es la vida la que nos pone a
prueba a cada paso.
Cuando
vamos para mayores se nos complica más la vida, tenemos que atender a los
ancianos, moralmente nos educaron en que una residencia no es para ellos,
seriamos muy malos hijos, eso es lo que
nos enseñaron. Aparte de que los precios que tienen no están al alcance de
todos. Esto conlleva que el mes que estás con ellos hay que dedicárselo y como
consecuencia se sufre un frenazo que paraliza las actividades de las cuales nos
nutrimos para poder llevar nuestras propias vidas. No es justo que tanto peso
recaiga en las amas de casa, que casi siempre son las que llevan el timón.
Por
otro lado están los nietos, que en muchos casos las abuelas se sienten con la
obligación de tenerlos en casa, para que los padres puedan trabajar. Aunque sea
una tarea gratificante no deja de ser un sobre esfuerzo que tarde o temprano
pasa factura.
Muchas
de las abuelas jóvenes que atienden a las más viejas y también a los nietos no
pondrán resistencia para irse a una residencia llegado el momento. No se debe
de exigir, hay que estar abiertos y dejar vivir a los demás, es una cuestión de
generosidad y de amor, siempre que sea posible.
Hay
una generaciones que han sido bastante oprimidas por los padres, por la
sociedad, por el régimen, etc. Otras se han beneficiado de que los padres
hayamos tratado de que esa opresión no llegara a nuestros hijos. Y hemos
asumido bastantes responsabilidades que a veces tenían que ser compartidas.
BELADES
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