sábado, 18 de mayo de 2013

Avatares de la vida



Cansada de tanto trajín, de tantas idas y venidas por donde el camino de la vida nos va llevando. Todo en ella es cambiante, nada permanece inalterable. A veces creemos que ya es suficiente, que no podemos, pero los humanos nos adaptamos como una enredadera que va cogiendo la forma según a donde esté plantada, ya sea en el tronco de un árbol o en el hastial de una casa.

Nos agarramos con la fuerza de nuestro interior y nos alimentamos de lo que cada uno ha ido almacenando dentro de sí. El camino no suele ser fácil, las piedras resbaladizas, los cantos rodados forman pedreras difíciles de cruzar y las colinas que se alzan son como gigantes obstáculos que salvar. Es la vida la que nos pone a prueba a cada paso.

Cuando vamos para mayores se nos complica más la vida, tenemos que atender a los ancianos, moralmente nos educaron en que una residencia no es para ellos, seriamos muy  malos hijos, eso es lo que nos enseñaron. Aparte de que los precios que tienen no están al alcance de todos. Esto conlleva que el mes que estás con ellos hay que dedicárselo y como consecuencia se sufre un frenazo que paraliza las actividades de las cuales nos nutrimos para poder llevar nuestras propias vidas. No es justo que tanto peso recaiga en las amas de casa, que casi siempre son las que llevan el timón.

Por otro lado están los nietos, que en muchos casos las abuelas se sienten con la obligación de tenerlos en casa, para que los padres puedan trabajar. Aunque sea una tarea gratificante no deja de ser un sobre esfuerzo  que tarde o temprano pasa factura.

Muchas de las abuelas jóvenes que atienden a las más viejas y también a los nietos no pondrán resistencia para irse a una residencia llegado el momento. No se debe de exigir, hay que estar abiertos y dejar vivir a los demás, es una cuestión de generosidad y de amor, siempre que sea posible.

Hay una generaciones que han sido bastante oprimidas por los padres, por la sociedad, por el régimen, etc. Otras se han beneficiado de que los padres hayamos tratado de que esa opresión no llegara a nuestros hijos. Y hemos asumido bastantes responsabilidades que a veces tenían que ser compartidas.

BELADES

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