lunes, 10 de marzo de 2014

Las rarezas de ser humano




Todos nacemos iguales, seres humanos. Todos formamos parte de esa especie terrícola. Crecemos, nos multiplicamos, vivimos y morimos. Hasta ahí, la naturaleza nos iguala. Luego, el propio ser humano ha logrado catalogarnos distintos, dependiendo en lo físico de cromosomas, ADN, genes, deficiencias, minusvalías. En lo psíquico también nos tienen catalogados por nuestras capacidades mentales, psicomotrices, impulsos nerviosos…  Por crear catalogaciones, no han omitido ninguna, raza, color, sexo, condición, religión, ideología, estudios, aptitudes, actitudes y un sinfín más.

El ser humano posee el poder de razonamiento, que le hace analizar, reflexionar, estudiar y decidir ante una coyuntura y, ahí también nos diferenciamos. Ante un mismo problema, dependiendo de sus creencias, genética, expectativas y, muy especialmente, el sentimiento del propio ego, se decantará por una u otra alternativa.

La experiencia del propio ser humano, durante los años, siglos o milenios que lleva habitando en la Tierra, ha ido creando una serie de normas, leyes, costumbres o tradiciones para la mejor convivencia de unos con otros. La evolución de la especie, el estudio, explotación y administración de los recursos que la Naturaleza pone a nuestra disposición, ha hecho que se establezcan reglas para no agotar estos recursos. La capacidad de razonamiento de la especie es la que debe regular la forma de cohabitar con la Naturaleza para una infinita existencia de ambas.

El avance de las tecnologías y la capacidad de investigación de la especie, nos han llevado a conocer quienes somos, de donde venimos y hacia donde suponemos que queremos ir, nuestra composición química, el sistema  regenerativo celular que mantendrá nuestra existencia, los fármacos, operaciones, trasplantes y auto trasplantes, reconstrucciones parciales de órganos, etc.

El ser humano también ha desarrollado el estudio y promulgación de normas morales. Dependiendo de la latitud o longitud donde está ubicado cada ser humano, un mismo acto se puede calificar de moral o inmoral, según esté ajustado a las normas de cada pequeña comunidad de la Tierra.

También el ser humano ha descubierto que nuestros actos, aparte de por genética, razonamientos y aprendidos, también se realizan por ese sentimiento íntimo que hemos denominado “conciencia”. ¿Se aprende? ¿Se desarrolla sólo? ¿Se forma por un cúmulo de experiencias de vida? ¿Puede chocar alguna vez con la razón?

La conciencia suele estar reñida con nuestro ego. ¿Por qué? Porque contempla, además de a nosotros mismos, el efecto que puede producir en los demás, benéfico o nocivo. El ser humano todavía no ha sido capaz de descomponer los elementos que componen este sentimiento, para aislar la parte nociva del mismo, o llenar las lagunas que nos hacen tomar la opción egocéntrica.

Se suele decir que se duerme bien, porque tienes la conciencia tranquila. El ser humano también ha desarrollado la capacidad de engañar a su propia conciencia o, simplemente la ha encerrado en lo más recóndito de su alma, donde no pueda rebatir la conducta humana.

Espero que todos los seres humanos dejen de pensar que la humanidad es rara, y se den cuenta de la insignificancia que representan frente a la totalidad y que “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”.


Rabo de lagartija

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