El puritanismo conservador
que nos gobierna en este 2014,
ha conseguido que las mujeres españolas nos sintamos
minimizadas, como si tuviéramos que ir cogidas y llevadas de la mano del Patriarca para saber qué hacer y cuál es
nuestro lugar.
Se arrogan un derecho que yo no les concedo.
Las mujeres nos sentimos
agredidas cuando desde el Gobierno (con su ley del aborto) quieren reducir
nuestro cuerpo y nuestra mente a la idea única y fundamentalista, de sus
estrechas mentes.
¡Ah! y no descendemos de una costilla de Adán.
Mi resistencia a esas ideas y leyes, queda patente, en este pequeño resumen de un hecho
científico.
“LAS SIETE HIJAS DE
EVA” Junio 2004
Brian Syker, es profesor de
genética en la Universidad
de Oxford y ha escrito este libro relacionado con él ADN, tema del que es una
autoridad mundial.
Según él, la población del
viejo continente procede de siete grupos genéticos que se transmitieron por vía
materna.
Las madres de Europa,
proceden de la zona de la garganta Cheddar (Inglaterra). De los restos
encontrados han extraído pruebas directas de la continuidad genética entre la
población actual y los cazadores del Paleolítico Superior.
La reconstrucción genética
habría identificado siete grupos genéticos principales. Dentro de cada uno de
estos grupos, las secuencias del A.D.N. eran identificas o muy similares unos a
otros. Más del 95% de los nativos europeos pertenecen a uno de los siete
grupos.
Así pues, las muestras de
cada uno de los grupos indican la época del pasado en el que vivieron
realmente. Eligió a las siete mujeres, madres de cada clan, y las puso un
nombre: Úrsula, Xenia, Elena, Velda, Tara, Catalina y Jazmín.
Hace 17.000 años, las
llanuras del norte de Europa estaban desiertas. Toda la vida animal y humana
estaba concentrada en Ucrania, el sur de Francia, Italia y la península
ibérica.
Velda, la 4ª de la siete
hijas, vivió en esa época en el norte de España, en las montañas de Cantabria.
La familia de Velda dependía de los bisontes y de otros animales que pasaban el
estío en Ikas, (altas mesetas de la península). Eran cazadores y mientras sus
hombres se iban de caza, bastante lejos, Velda y su horda, tenían que defender
de otras hordas su cueva, que trataban de arrebatársela por la fuerza.
El libro narra, que Velda era
una mujer llamativa, más alta que las demás, 1,65 metros, ojos
castaños y chispeantes, pelo oscuro y liso... su piel era de color castaño
claro; en invierno, con el sol, su cara adquiría un precioso color ébano.
Era afable con el resto de la mujeres del
clan, donde muchas eran familia, se ayudaban en todo, así como en los partos.
Velda mantenía el fuego encendido para alejar
a las fieras y cuidaba de sus tres hijas y de su madre, que era mayor, tenía 33
años. Se acostaban sobre pieles en una grieta de la cueva.
Cuando llegaban los cazadores, Velda podía
dormir, ya que su compañero ocupaba su lugar de vigilancia.
En parte Velda tenía una vena artística, su abuelo que había sido uno
de los que pintaron las cuevas ceremoniales y ella intentaba que la dejaran
pintar algo en una de las grandes cavernas que se usaban para las ceremonias
anteriores a las cacerías.
Se trataba de un privilegio celosamente
guardado porque además de pintar tenían que poseer convincentes dotes
sobrenaturales para la magia y Velda las poseía.
P.D. Bueno, pues sólo faltaba que a nuestros
grandes hombres, los comparados por Aristóteles a los animales, hubieran
descendido, no a semejanza de Dios, sino de una Velda muy especial, pero mujer
al fin y al cabo.
Si a ellos, Aristóteles les
comparó con los animales, a nosotras lo hizo con las "hierbecitas", y
fíjate que es verdad, porque las hierbas nacen de la Madre Tierra, hacen
la fotosíntesis, se alimentan del sol, del aire y del agua, son autótrofas,
pero los animales son heterótrofos, quiere decir que sólo pueden sobrevivir si hay
“hierbecitas”, para que la cadena de la vida pueda seguir.
Lo mismo, no habría reproducción humana sin
las Veldas que en el mundo hemos sido.
QUIRÓN