Fue necesaria una crisis, para saber lo que pasaba
en España.
Con los bolsillos vacíos,
se ponen al descubierto todas las trampas que, durante tantos años, el pueblo
sabía y sospechaba que estaba ocurriendo a todos los niveles, desde el más
chico al más grande.
La corrupción en los
ministerios, ayuntamientos, comunidades autónomas, sindicatos, bancos, cajas,
empresas, directores, secretarías. ¿Quién se queda fuera del choriceo? La
crisis la padecen más los que menos tienen, pero los que tenían la sartén por
el mango, y ahora se quedaron a dos velas (algo que nunca pensaban), están como
rabos de lagartijas, dando tumbos por todas partes, para lograr que sus
bolsillos se llenen de nuevo y, como no hay para tanto, se parecen a lobos
hambrientos.
Parece mentira, pero ya
llevamos casi 40 años en democracia, y los españolitos no sabemos castigar, a
la hora de votar, a quien nos miente en
las campañas y nos llevan a la ruina.
Los españoles nos dejamos
influir fácilmente por los mismos que luego nos traicionan, y esos que tanto
ofrecieron, se olvidan del pueblo en un abrir y cerrar de ojos. Esos que cuando
gobiernan, no paran de subir impuestos, o no pagan las facturas de las
empresas. Los mismos que despiden a unos y ponen a otros, y cada día que pasa
lo tenemos más difícil para llegar a fin de mes.
Trotamundos
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