Tarde otoñal agrisada
que acrecientas mil enojos,
nublas la luz de los ojos
y haces la sombra azulada.
Hojas ocres en manada
mecidas por vientos flojos,
efectúan desalojos
de su efímera morada.
La gente mira asustada
cómo llegan en manojos,
nubes de colores rojos
con presagio de nevada.
Corre el agua desmandada
por sembrados y rastrojos,
por bosques y por matojos
y por la cuesta empinada.
En una gran enramada
contemplan los petirrojos,
a unos niños pelirrojos
jugando con su criada.
Una niñita asustada
en un charco está de hinojos,
buscando sus anteojos
con cara desesperada.
En una plaza cuadrada
estaban dos perros cojos,
rascándose los piojos
y una mirada cansada.
La tormenta queda en nada
el cielo tiene sonrojos,
las nubes son ya despojos
de una guerra terminada.
Rabo de lagartija