Me llamo
Juan Español y soy bipolar. Me han aconsejado que me integre en este grupo, que
desahogue mis miedos y preocupaciones que, al ser compartidas, relajarán la
presión que ejercen en mí.
Mi
enfermedad se despertó desde que tuve uso de razón. Mi comportamiento en las
actividades colectivas era normal. Me costaba levantarme por la mañana, odiaba
el colegio, era selectivo con las comidas que me hacía mi madre. Llevaba la
contraria a todo el mundo. Me comportaba como cualquier otro chico. En el
tiempo estival se obraba en mí una transformación que no podía evitar ni
remediar. Me despertaba temprano, salía con mis primos a correr por los campos
y las viñas. Los amaneceres me parecían un momento mágico. Hacía buenos amigos
y comía todo lo que me ponían. Mis malos humores se suavizaban y no notaba la
presión de los deberes y tareas monótonas y aburridas. El tiempo pasaba
volando.
Mi
enfermedad se agravó cuando comencé a trabajar. Durante los largos meses de
vida laboral gozaba de la normalidad que hacía soportable mi existencia:
Estrés, prisas, exceso de tareas, incomunicación con mi familia y amigos,
comidas basura y una malquerencia hacia mis superiores. Como cualquier
españolito, disfrutaba de esta vida ordenada y sin sorpresas. Entonces mi
bipolaridad me jugaba malas pasadas con más frecuencia. Fines de semana,
puentes, períodos de excedencia laboral. Todo ello hacía que surgiera mi otra
personalidad que cambiaba totalmente mis hábitos y rutinas necesarias para una
supervivencia normal y sacaba ese rescoldo que me iba quemando por dentro y que
no podía sujetar. Valles, sierras, vegetación, caminatas, paseos, lectura de
libros, dibujos, cocina rural, trato social, intercambio de opiniones,
razonamientos. Hasta llegaba a compartir mi tiempo y mis energías con otras
personas. ¡Qué asco! Por más que mis actos rutinarios pugnaban por aflorar en
mi vida, era incapaz de contener esos impulsos nefastos que me llevaban a
cometer semejantes atrocidades con mi existencia.
Tengo
que decir que por parte de mi padre pertenezco a la familia Del Barrio, y por
parte de mi madre, a la familia Campos. Quiero entender que mis genes a veces
me juegan malas pasadas. Pero he llegado a la conclusión que mi enfermedad se
produce por un virus, al que no han conseguido todavía los científicos
descubrir su composición y comportamientos, ni han encontrado ningún antídoto
para paliar sus efectos. Le han dado por llamar “Síndrome vacacional” y suele
activarse en épocas estivales. Por cierto, me han dicho que es bastante
contagioso por vía emocional. ¡Ayudadme a quitarme esta lacra que me corroe!
¿Por qué os vais corriendo?
Rabo de lagartija