ENGRANDECE A LA PERSONA
La integridad, lealtad, sinceridad,
respeto, honestidad, generosidad, responsabilidad…
ENVILECE:
La codicia, el abuso, la mezquindad, la soberbia, la
hipocresía, la traición, la ira, la mentira ...
¿Que les induce a las personas a cambiar sus valores y
envilecerse? curiosa y a la vez clara respuesta; el “egoísmo”. Es uno de los
pecados capitales de una parte de la humanidad, primero y sobretodo “yo” por
encima de todo lo demás; siempre existieron esas personas pero hoy más que nunca
necesita la sociedad mundial recuperar esos
valores perdidos, que afectaron y siguen afectando tanto a la buena relación y convivencia.
No se puede ser feliz si no consigues que lo sean quienes
están en tu entorno, y también a quienes sin conocer demasiado demandan ayuda.
Dada la situación económica del país, en parte por la mala
gestión política y por todos aquellos corruptos que se apropian del dinero público
que no les pertenece, ello deja desprotegidos a aquellos a quienes con nuestros
impuestos se deberían favorecer en situaciones tan críticas como son estas: familias
rotas por la falta de ingresos al no tener trabajo, ello implica no poder cumplir
sus pagos hipotecarios viéndose abocados a abandonar sus hogares sin tener
donde alojarse.
Y de nuestra
generosidad depende que se sientan un poquito aliviadas, dentro de sus
carencias. Las necesidades básicas sin cubrir, muchas de las veces desembocan
en la soledad, y esta en la pérdida de dignidad del ser humano.
Es lamentable y doloroso ver a personas de varias edades
y nacionalidades en estas noches gélidas durmiendo al raso, sobre todo a niños
y ancianos.
Las O N G hacen una labor encomiable, y a ello hay que
añadir la ayuda altruista de los admirables voluntarios, ya que al anochecer
recorren los lugares donde se cobijan llevándoles alimentos y mantas para
aliviar sus necesidades.
Se que en estas fechas próximas a las navidades son
propicias para que se nos ablande el corazón, pero no es suficiente, no podemos
ni debemos olvidar que el resto del año siguen teniendo las mismas necesidades,
y dado que los servicios sociales no cubren todas esas carencias, nosotros, “el
pueblo llano” que solemos ser más generosos y sensibles que aquellos que viven
en la opulencia, “o sea, políticos entre otros”, en la medida que podamos
debemos involucrarnos, y ello hará que nos sintamos mejores personas si cuando
nos piden ayuda nos les dejamos ir con las manos vacías, acompañadas estas de
un gesto de afecto por nuestra parte, que ellos tanto necesitan.
Hoy cualquiera de los afortunados que tienen trabajo, si
se vieran privados de él, podrían verse afectados de la misma manera. Debemos
intentar pensar en ello y ponernos en su lugar. Ha de ser muy duro tener que
vivir, más bien “malvivir” de la caridad de sus semejantes, con la triste y
dolorosa impotencia de no poder cambiar esa situación.
Voleta